Ella era de esas ¿sabes?
de las que se ríen y tú memorizas sus carcajadas,
de las que se ríen y tú memorizas sus carcajadas,
de las que nunca piensa antes de hablar,
de las que corre gracioso,
y casi siempre se cae,
de las que se sabe todas las canciones que suenan en la radio,
de las que baila en lugares públicos,
de las que lee poesía,
y ve series basura los domingos.
Ella era de esas ¿sabes?
de las que no se olvidan,
de las que todo el mundo quiere,
la que tiene pocas amigas y todas parecen una sola,
la niña de papá,
la que siempre pelea con su madre,
la que se queja de su trabajo y siempre llega puntual,
la que quiere estudiar diez maestrías,
la que cree en Dios y no en la iglesia,
la que llora por cualquier cosa,
y ríe por cualquier cosa,
la que siente mucho,
todo,
hasta los huesos.
Ella era de esas ¿sabes?
de las que creen en el amor,
de las que te hacen creer en él,
es tan mágica,
lo disfruta todo,
todo,
se maravilla con la luna,
con los días de sol,
de lluvia,
le gusta los atardeceres,
y beber cerveza,
y se ríe,
un montón,
hubiera matado por esa risa,
y ella nunca lo supo.
Yo la conocí un viernes cualquiera
con una copa de vino y su labial rojo
riendo,
porque ella siempre se reía,
y lo sabía,
era perfecta,
y yo,
un cabrón.
No la voy a olvidar nunca,
lo sé,
porque es de esas,
de las que se quedan,
siempre.
No se mucho de ella,
que se mudó a Madrid,
que alquila un pisito con una amiga,
un trabajo que le apasiona,
y que sigue vistiéndose como actriz de cine;
se que algún día se casará,
porque es de esas,
de las que merece que alguien la quiera hasta el último día de su vida,
tal vez tendrá hijos,
un perro y dos gatos,
alguno tendrá un nombre estúpido como solía contarme,
lo sé,
tendrá un librero,
una colección de tazas de café,
y discos de vinilo,
lo sé,
bailará en la sala
y donde pise olerá a su perfume,
lo sé;
a veces me la imagino en su casa con vista al mar,
la imagino riendo.
Ella es de esas,
de las que no se olvidan,
ahora lo sé.