Léelo mientras suena "si la ves" de Morat.
Te fuiste aquella tarde de miércoles
diciendo que era lo mejor para los dos,
sobre todo para mí,
pasé un año pensando que todo eso había sido una completa estupidez,
que fue una mentira para esconder tu cobardía,
que tal vez no me quisiste ni la mitad de lo que yo a ti,
te quería.
Un año después,
tocó volver a casa,
y empecé a encontrarte en todas las calles,
en todas las cafeterías,
se que has preguntado por mí,
estoy segura que supiste el horario de mi vuelo,
cuándo volví,
y sé que me viste saliendo de aquel taxi y te pusiste nervioso.
Dile a Rodrigo que sea menos obvio la próxima vez,
y mira te voy a responder todo lo que hoy,
te estás preguntando:
¿mi trabajo?
va bien,
supongo,
no estoy enamorada de lo que hago pero sirve para cubrir mis gastos,
me cambié de piso,
aquel departamento era muy nuestro,
y olía mucho a ti,
tuve que dejarlo,
y dejarnos.
Sí,
he vuelto a escribir,
llevo ya cuatro meses sin que mis letras viajen hacia ti,
¿si aún me dueles?
la verdad,
no estoy muy segura,
tengo una certeza:
que hay un antes y un después de ti,
para bien o para mal no volveré a ser la misma después de aquella tarde de miércoles,
y ya acepté esa verdad.
Sí,
estoy con alguien más,
alguien que me quiere,
que se ríe de mis chistes y me compra poemarios,
¿lo quiero como a ti?
no,
para bien o para mal no volveré a querer a nadie como te quise a ti.
Sí,
aún llevo conmigo tu taza de café,
me la llevé a Nueva York,
llegué a la conclusión que era una estupidez deshacerme de todo lo que alguna vez formó nuestra historia,
porque puedo,
vaya que puedo;
puedo quemar las flores eternas que me regalaste el día de mi cumpleaños, botar a la basura esa luna llena que me bajaste en nuestra primera navidad juntos,
puedo cortar esa camisa azul que dejaste un día,
y regalar todos los vinilos que escuchamos juntos,
pensando que eso, de alguna forma lograría que por arte de magia lo nuestro ya no existiera,
porque existió,
y aunque dolió,
fue real,
para bien o para mal somos de esos amores que nunca,
nunca se olvidan.
Mira,
por qué no me invitas a una cerveza y te digo todo esto mirándote a los ojos,
y le ponemos un punto final,
un final a la altura de esta historia que fue tan gigante.