Fuimos los ex perfectos.
Terminamos y al día siguiente ni tu ni yo nos seguíamos en una red social.
Borré tu número, boté a la basura las flores eternas y regalé el collar que una vez me diste.
Fui a terapia, viajé, me emborraché, conocí gente y te dejé ir.
No te pensé ni por asomo.
No te llamé después de haber tomado unos tragos, ni tampoco cuando me cambié de trabajo.
Desaparecí de tu vida y tú de la mía.
Y no volvimos a estar en el radar del otro, no te encontré en el supermercado de siempre ni a la salida de tu trabajo ni un viernes de noche en un bar cualquiera.
No eras para mí.
Una vez me dijeron que cuando la vida no pone a una persona ni por casualidad es porque nunca tuvo que estar en ella para empezar y creo que fue así.
No tenías que haber estado en mi vida.
No te recrimino nada y no me arrepiento de lo que vivimos.
Tú eres parte de mi historia y lo que hoy soy también es por ti, y hoy, hoy soy muy feliz.
Tengo una vida increíble.
No tenías que haber pasado, no teníamos que haber ocurrido.
Nunca fuiste para mí.
Y hoy lo entiendo, y me alegro.
Casi te confundo con el amor de mi vida, que vida tan mediocre quería tener.