domingo, 31 de marzo de 2019

21 días


He leído que lleva un período de 21 días,
acostumbrarse a algo.

Llevo 22 sin ti,
y duele como el día uno.

Cuando la vida me aburre,
escribo;
y te extraño.

Pero más te extraño,
y es una mierda.

Uno nunca sabe cuánto añora a alguien,
cuando es a él a quien quiere contarle cosas tan básicas
como que: no alcancé a desayunar,
mi jefe hoy me felicitó,
y los profesores este semestre están soportables.

Y él,
no está,
ya no.

Te echo de menos,
porque las cosas marchan tan bien,
en serio,
todo está tan en orden,
como si la vida por fin estuviera jugando a mi favor,
y es contigo con quien me gustaría compartirlo.

Te echo de menos
porque aún pienso que podemos funcionar,
ojalá tu pensaras lo mismo.

Pero no.

Lo siento,
es domingo
y pues,
te echo de menos.

22 días
y juro que tu voz aún retumba en mis oídos,
tu aroma se ha quedado impregnado en la habitación
y ese suéter que dejaste un día olvidado
ayer abrió la puerta de los recuerdos,
y estás aquí,
aún.


No quiero empezar a olvidarte porque
aún sigo queriendo que seas tú,
solo tú,
y tal vez un día despierte y ya no quiera eso,
pero hoy,
no es uno de ellos.

Y te echo de menos,
tantísimo.

¿Lo haces también?

Llámame y vamos por una cervezas,
o por una vida,
juntos,
da igual,
con las cervezas me conformo.



domingo, 17 de marzo de 2019

Costumbres.


¿Han hecho algo de manera automatica?
¿Sin premeditar?
Como cuando te encuentras haciendo cosas
que siempre has hecho y por eso no te resultan extrañas.

Costumbres,
le dicen.

El conjunto de habitos que adquieres por el simple hecho
de repetirlo con continuidad.

Y asi.

Pensar en ti,
quererte a ti,
esperar por ti.

Como si llevara una vida haciendolo,
siempre hacia a ti.

Quisiera que fuera de otra forma.

Que sonara la cancion
correcta,
que la luna llena alumbrara nuestro lugar,
que las cervezas estuvieran heladas
y que por fin
sea yo,
a la que tù puedas llamar hogar.

Costumbres.

Como quisiera soltarlas,
soltarte.


martes, 5 de marzo de 2019

Me gusta recordarnos.

Me gusta recordarnos riendo,
haciendo chistes privados,
escuchando música en el auto.

Me gusta recordarnos leyendo poesía,
hablando de libros,
de viajes,
de planes.

De cómo se vería una vida juntos,
y era hermosa.

Me gusta recordarnos un domingo cualquiera,
en pijama,
viéndote cocinar,
mientras yo iba por cervezas.

Me gusta recordarnos en días de sol,
en fiestas
y en mi absurdo intento de aprender
a bailar salsa.

Me gusta recordarnos con Jarabe de Palo
sonando de fondo,
nuestra historia contada en discos de vinilo,
y en postales de diferentes lugares,

Me gusta recordarnos en fotografías
donde ni siquiera aparecemos
pero atrás de la cámara el cuento es distinto,
como esa vez que no aparecimos con nuestros amigos
porque tu me cuidabas ebria
mientras repetías que me veía adorable de esa forma.

Tu manía de romantizar todo.

Me gusta recordarnos en días de rutina,
y en la que acabábamos con ella
en carro y carretera.

Me gusta recordarnos
amándonos como a nadie,
como si todo lo que sentíamos
se pudiera resumir en cosas tan simples:
como que fueras a recogerme de sorpresa del trabajo,
o que les dijeras a tus amigos que esa noche´
no te apetecía salir porque preferías
un concierto privado entre nosotros.

El amor habla en un lenguaje muy sencillo,
los sordos somos nosotros.

Me gusta recordarnos
viendo películas nominadas al Oscar
para terminar diciendo que ninguna era digna,
que entre todas las historias del mundo,
la nuestra era la mejor.

Me gusta recordarnos
en los días mas felices de nuestras vidas,
porque eso eramos,
felices.

Ojala un día,
no tener que solo recordarte
ojala.