Nunca me ha hecho tanta falta alguien,
como hoy.
Te echo de menos.
Al principio pensé que era la necesidad de compañía,
el insomnio ha vuelto,
las noticias malas vuelan,
y no estás.
Estoy sola.
Creí que el encierro estaba empezando a pasarme factura,
que estaba cansada,
y que el estrés volvía apoderarse de mí.
Qué equivocada estaba.
Me encontré con esa carta,
con aquella que escribiste a mano,
en la que tachabas un corazón,
y decías que me ibas amar por siempre.
Lo supe.
Te extrañaba.
Y lo hago en cosas muy simples,
en los desayunos con olor a café,
en las reuniones de cerveza y cantar a todo pulmón,
en los paseos en el carro
sonando Drexler.
Extraño tus manos en mi cabello,
tu perfume,
y tu camisa azul.
Extraño tus muecas,
y la imagen de ti,
mandando mil correos,
que contestes las llamadas del trabajo,
que te excuses que estás ocupado,
otro día será.
les decías.
Y te extraño.
La cama caliente,
los pies fríos,
tus manos con las mías.
Los mil y un planes tachados en el calendario.
En otra vida será,
y los borré.
Si estás leyendo esto,
y espero que sí,
que sepas que es para ti.
Que te echo de menos.