Está bien distanciarse,
no atender las llamadas,
no responder ningún mensaje,
subirle el volumen a tus pensamientos,
y cerrar los ojos mientras tu canción favorita se encuentra sonando en la radio.
Está bien no estar bien de vez en cuando,
escuchar canciones tristes,
revisar conversaciones antiguas,
admirar regalos viejos,
llorar en la ducha,
y llegar temprano un viernes por la noche.
Entender que la "soledad" puede ser un gran aliado,
siempre y cuando tú la invites a pasar.
Está bien conocerte,
admitir que no siempre quieres estar con compañía,
que detestas el humo del tabaco,
y que a veces prefieres estar en cama los fines de semana.
Está bien dejar ir a personas,
aquellos que no te hacen sentir nada,
que solo hablan de sí mismos,
que no les interesa lo que pasa afuera de su burbuja.
Está bien preferir los libros,
salir de una fiesta si te sientes incomoda,
huir de los "amigos";
quedarte con los reales,
así terminen siendo tres.
Está mal rodearte con gente sin alma,
que acepta lo que la mayoría dice,
que critica la política a base de criterios leídos en Twitter,
que creen que salir todos los fines de semana a fiestas los hace interesante.
Está bien romperse, caerse, morder el asfalto, reconstruirte; a veces solo para volver a caer.
Está bien tocar fondo,
pero solo si eso significa volver a subir.