viernes, 27 de abril de 2018

Y me lo pregunto.



¿Aún pides deseos a las 11:11?
¿Me echas de menos?

¿Sigues riéndote tan escandalosamente?
¿Eres feliz?
¿Lo eres? ¿De verdad?

¿Sigues fumando dos cigarrillos diarios?
¿Y la cerveza? ¿La sigues detestando caliente?

¿Ya pagaste la multa de aquel diciembre?
¿Ya pintaste el cuarto? ¿O sigue teniendo ese amarillo horrible?

¿Aún sufres de insomnio?
¿Me echas de menos?

¿Y ella?
¿Le gusta el arte?
¿Le regalas flores?
¿La llamas ebrio?
¿Le calientas los pies cuando tiene frío?
¿Le sacas la lengua porque detestas decir adiós?

¿Me echas de menos?

¿Y la maestría? ¿Te inscribiste para este verano?
¿Por fin botaste esa camisa azul vieja?
Recordatorio: Comprar pantalones nuevos,
y un abrigo también.

¿Fuiste aquel concierto en Enero?
¿Ya empezaste ahorrar para un nuevo carro?
¿O irás a Grecia en Octubre?

¿Cuando piensas aprender inglés?
¿Terminaste el libro?
¿Empezaste Sense8?

¿Me echas de menos?

¿Aún sueñas con auroras boreales?
¿Ya aprendiste a estacionarte?
¿Y la cámara profesional? ¿La compraste?

¿Sigues yendo a pescar los domingos?
¿Y la moto? ¿Sigue parqueada?
¿Tu jefe? ¿Es el mismo?
¿Sigues deseando su muerte?
Recordatorio: Buscar un nuevo empleo.

¿Me echas de menos?

Y si pudieras volver en el tiempo,
¿te quedarías?
me lo pregunto.

domingo, 22 de abril de 2018

Fantasmas.


Hoy arreglando mi habitación,
encontré aquel papel en el cual escribí tu nombre
cientos de veces,
así como niña chiquita,
como si mantener ese retazo de hoja,
significara que tú no te marcharías.

Pero te fuiste,
lo hiciste;
después de habérme jurado que jamás te irías.

Cómo lo haces,
quisiera saber cómo.

Hice un tour a tus recuerdos,
me quedé en el
"en cambio sé que en tus brazos
el mundo tiene sentido"
de Benedetti.

¿Recuerdas,
recuerdas aquel verso?
dime que sí,
que aún lo haces.

Que me ves sonriendo,
muerta de la risa,
en el asiento del copiloto
arrugando la nariz,
llevándote la contraria en absolutamente todo.

Que después de mí,
todas llevan mi nombre,
pero ninguna mi sonrisa.

Tengo atesorado en cuatro llaves
todas las miradas que nos hacíamos,
todas esas risas que compartíamos,
tu: "nos veremos pronto, lo prometo";
como si eso,
lograra que vuelvas a mi.

Pero ese pronto,
nunca llegó,
y yo jamás te volví a ver.

Y lo curioso,
es que ya no te echo de menos,
porque tú dejaste de estar,
incluso cuando estabas.

Y uno se termina acostumbrando ¿no?

Y aunque yo no te esté extrañando,
espero tú estés anhelando mi regreso,
porque esta vez es tu turno.

Te toca a ti,
desear que vuelva.


domingo, 8 de abril de 2018

A la medida


Romántica empedernida,
dice mamá,
cuando trata de definirme.

Desde pequeña vivía enamorada de las películas de amor,
de los finales felices,
de cuentos de ficción.

Luego empecé a escribir.

Retrataba,
recitaba,
creaba versos de un amor que creía imposible,
épico,
inalcanzable,
difícil de hallar.

Me repetía que la vida es más complicado que eso,
que debía aprender a conformarme,
y ¡qué bueno que jamás lo hice!

Es que ni porque hubiera tenido un pincel,
lápiz y papel,
y pudiera haberte dibujado a mi antojo,
ni así,
te hubiera hecho tan perfecto,
tan imperfecto,
tan para mí.

Hasta tus defectos encajan con los míos.

Y así va la cosa.

Tu presente y tu futuro,
miden los mismos pasos que los míos,
que del pasado hablamos luego.

A la medida.

Como dos piezas de un puzzle
que se creían extraviadas,
y después de tanto buscarse,
se hallaron en la canción adecuada.

No dejemos de bailar.

Que si caigo
que sea en los centímentros
que me separan de tu boca.

Como mi "uno en un millón",
una estrella fugar,
un eclipse solar,
y cualquier otro fenómeno
que es muy poco probable que ocurra.

Así, exactamente así,
tú,
a la medida.