Te tengo en el punto exacto
de la clavícula en dirección a la garganta,
te alojas en todos esos nudos que insisto en tragar,
y no puedo.
Eres "mi historia de nunca acabar"
maldita sea.
¿Cómo te cierro,
cómo corto ese puto hilo
que tiene más de negro que de rojo?
¿Cómo te saco de aquí?
-y me señalo el corazón-
Te llevo guardado en los huesos,
te escondes como si fueras un roedor
que va de paso,
y yo no consigo encontrarte,
y botarte de una vez.
Tal vez eso explica mi manía de nunca olvidarte,
de mantenerte en modo pausa,
de andar por ahí,
en puntillas,
con miedo de despertarte
y que vuelvas arder.
Debo,
necesito desintoxicarme,
una cura que sí sea mejor que la enfermedad.
Todo lo que puede salir mal,
ten por seguro que saldrá mal
-asegura la Ley de Murphy-
Mentiras.
Salió mal porque a ti te dio la gana de que así fuera.
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