Soy un ser muy extraño.
Odio ser impuntual,
me pierdo hasta en los parqueaderos,
soy un desastre manejando,
suelo caerme como mínimo dos veces al día,
digo muchas groserías,
y desconfío de las personas.
Cuando voy a comprar ropa,
termino gastando en libros,
pruebo una cerveza diferente cada semana,
bebo dos tazas de café diariamente,
robo vinos de la colección de papá,
y detesto el whisky.
Tengo tres collares que siempre uso,
un reloj que lleva diez minutos adelantado,
nunca compro aretes,
y odio usar tacones,
no he aprendido a maquillarme,
y no suelo vestirme bien.
Hablo muy rápido,
y en las conversaciones siempre interrumpo para preguntar,
soy muy curiosa,
no me gustan las sorpresas,
y no hago deberes sin música.
Detesto los regalos de valor,
no me gusta que paguen por mí,
y soy pésima para ahorrar.
Adoro conversar con papá,
y puedo jurar que no hay persona en el mundo
que de mejores abrazos que mamá.
Soy un ser muy extraño.
No me entiendo,
y nadie ha logrado hacerlo,
pero él me ha dicho,
que eso no importaba.
Y yo le he creído.
Que no soy fácil de lidiar,
que tengo un carácter de mierda,
que nunca cedo,
y soy experta en los adioses.
Pero él me ha sonreído,
y me ha dado ganas de llegar tarde al trabajo.
Que si se queda,
lleno mis libros de post its,
rayo todas las frases de amor,
y le recito mil te quieros.
Que hoy dejo la Universidad,
para ser catadora de cerveza,
y que si eso no existe,
lo inventamos.
Y viajamos a Londres,
recorremos Brasil,
y vivimos en Argentina.
Concierto de Coldplay,
visitas a museos,
y obras de teatro.
Adoptamos dos perros,
y tres gatos,
uno se llama Harry,
y alquilamos un departamento a las afueras de la ciudad.
Porque él no me dice que soy especial,
me lo demuestra,
me lo canta,
y hasta me lo dibuja,
todos y cada uno de los días,
me lo recuerda,
por si lo olvido,
y hace que me lo aprenda,
por si él no está.
Él me quiere,
y lo hace tan bien,
que me obliga hacerlo también.
Él besa mis pecas,
y toca mi nariz cuando se la arrugo,
dice que deje de decir idioteces,
que mis ojeras hacen juego con mi vestido.
Él me enseña a quererme
¿se lo imaginan?
Que me bajo un ratito de mi mundo,
y si me besa,
les juro,
que lo invito a quedarse.
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