miércoles, 17 de octubre de 2018

Manías


Soy un ser muy extraño.

Odio ser impuntual,
me pierdo hasta en los parqueaderos,
soy un desastre manejando,
suelo caerme como mínimo dos veces al día,
digo muchas groserías,
y desconfío de las personas.

Cuando voy a comprar ropa,
termino gastando en libros,
pruebo una cerveza diferente cada semana,
bebo dos tazas de café diariamente,
robo vinos de la colección de papá,
y detesto el whisky.

Tengo tres collares que siempre uso,
un reloj que lleva diez minutos adelantado,
nunca compro aretes,
y odio usar tacones,
no he aprendido a maquillarme,
y no suelo vestirme bien.

Hablo muy rápido,
y en las conversaciones siempre interrumpo para preguntar,
soy muy curiosa,
no me gustan las sorpresas,
y no hago deberes sin música.

Detesto los regalos de valor,
no me gusta que paguen por mí,
y soy pésima para ahorrar.

Adoro conversar con papá,
y puedo jurar que no hay persona en el mundo
que de mejores abrazos que mamá.

Soy un ser muy extraño.

No me entiendo,
y nadie ha logrado hacerlo,
pero él me ha dicho,
que eso no importaba.

Y yo le he creído.

Que no soy fácil de lidiar,
que tengo un carácter de mierda,
que nunca cedo,
y soy experta en los adioses.

Pero él me ha sonreído,
y me ha dado ganas de llegar tarde al trabajo.

Que si se queda,
lleno mis libros de post its,
rayo todas las frases de amor,
y le recito mil te quieros.

Que hoy dejo la Universidad,
para ser catadora de cerveza,
y que si eso no existe,
lo inventamos.

Y viajamos a Londres,
recorremos Brasil,
y vivimos en Argentina.

Concierto de Coldplay,
visitas a museos,
y obras de teatro.

Adoptamos dos perros,
y tres gatos,
uno se llama Harry,
y alquilamos un departamento a las afueras de la ciudad.

Porque él no me dice que soy especial,
me lo demuestra,
me lo canta,
y hasta me lo dibuja,
todos y cada uno de los días,
me lo recuerda,
por si lo olvido,
y hace que me lo aprenda,
por si él no está.

Él me quiere,
y lo hace tan bien,
que me obliga hacerlo también.

Él besa mis pecas,
y toca mi nariz cuando se la arrugo,
dice que deje de decir idioteces,
que mis ojeras hacen juego con mi vestido.

Él me enseña a quererme
¿se lo imaginan?

Que me bajo un ratito de mi mundo,
y si me besa,
les juro,
que lo invito a quedarse.

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