Tendría sentido ¿no?
odiarte toda la vida.
Que me juraras que no estabas listo para querer,
cuando en realidad,
lo que no podías era
quererME.
Y dolió,
no tienes puta idea cómo dolió.
En fin.
Que un día dejé de pensar
que era menos lista,
menos guapa,
o graciosa.
Llegué a la conclusión que tú eras un cabrón,
y ya está.
Lo siento.
Nunca fui de adornar lo que sentía,
y eso tú bien lo sabías,
lo supiste cuando me descubriste llorando
porque no quería
quererte de la forma en la que ya lo hacía.
Para ese entonces,
yo ya estaba muy jodida.
Y lo he entendido.
He entendido que no ha sido tu culpa,
siempre será de aquel que decide disparar,
que si no tocas el arma,
esta se queda en su sitio.
Soy una soñadora,
ya sabes,
de las que ven luz,
cuando todo es oscuro.
Y es que hay personas que ni aunque deseemos,
son luciérnagas.
Un día descubrí que mi corazón estaba tan acostumbrado a estar roto
que ya ni se preocupaba por repararse,
solo estaba ahí
a expensas de que alguien más lo rompiera.
Y eso,
es una de las cosas más tristes del mundo.
Pero un día,
no puedo ni recordar cual,
mis ojeras desaparecieron,
mis migrañas se calmaron con tequila y sal,
y yo salí a bailar.
Y aunque ahora,
me duelen los pies
nunca más pienso quedarme observando,
y ver como todo el mundo hace de mi pista de baile
lo que le venga en gana,
porque esta vez he decidido ser la protagonista,
la más guapa.
Y me sienta increíble el papel.
Que aún tropiezo,
es verdad
que a veces siento un montón
y es imposible lidiar con tanto,
pero,
para eso están las cervezas.
Que nunca pensé que quién me ponía el pie una y otra vez,
era yo misma.
Pero me he aburrido.
Y ahora solo quiero paz.
Y de vez en cuando la hallo,
he encontrado en mi rutina,
una forma extraña de tranquilidad,
lo repititivo no siempre debe asustar.
No cuando los fines de semana
hacen de las suyas y me recuerdan que después de tanto,
sigo siendo yo.
Es verdad,
que estoy en mis mejores años,
y no pienso esperar a que algo cambie,
cuando soy yo la que puede darle un giro diferente.
Me estoy equivocando,
un montón
pero esos errores,
son míos
y estoy muy orgullosa de ellos.
Le dije a la Ale de doce que se quedara tranquila,
que sino me hago escritora,
me vuelvo cantante,
pero por ahí voy,
y ella me sonrió
y me dijo que lo único que quería
era verme feliz.
Y lo entendí,
lo entendí todo.
Ay pequeñita,
te extraño tanto.
Me hice cerquillo,
luzco como tú,
sólo que con unos cuantos años,
heridas,
lágrimas,
risas,
y de más.
Voy hacerte sentir orgullosa,
te lo prometo.