El problema es que nos quisimos mucho,
pero no bien,
nos quisimos tanto,
y llegó un día en donde no supimos qué hacer.
Me bajaste la luna,
me la pusiste a mis pies.
Y yo que la disfrutaba tanto cuando estaba arriba,
no la quise para mí.
El problema es que te sigo echando de menos,
cada día un poco más,
y se supone que no debería ser así,
¿para eso no era que funcionaba el tiempo?
O eso me habían dicho.
El problema es cuando tengo que morderme la lengua
para no preguntar por ti,
para no saber si estás aquí,
o allá,
si estás,
aún.
El problema es que aún pienso que la vida nos debe unas cervezas,
y no estás aquí para tomarlas,
y morirnos de la risa mientras lo hacemos.
El grandísimo problema,
es que nos rompimos,
y ya;
de eso no se vuelve.
Que no vale la pena,
ni las penas;
intentarlo una vez más.
Es quemar lo poquito que nos queda
y eso sí que sería muy triste.
Buena vida,
vida mía.
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