sábado, 25 de mayo de 2019

Lo siento.


La baja autoestima,
es algo real.

Te lo dice alguien que desde niña,
se lastimó de tantas formas,
que aún me duelen aceptar.

Una adolescente que cada cosa
que hizo,
que cada logro que consiguió,
lo alcanzó para ser lo que los demás querían que fuera.

Una mujer que le daba miedo,
le daba miedo
no ser como ella,
o como otra,
que no le gustará a él,
o a otro.

Hoy reuní a todas las Alejandras,
y llorando,
les pedí perdón,
perdón por cada lágrima
ocasionada por alguien
a quien yo permití que me hiriera,
perdón
por no ser siempre yo,
perdón
por no felicitarme,
ni sentirme orgullosa
cuando debí hacerlo,
perdón
por las veces que me veía en fotos,
y no me sentía suficiente,
perdón
por las veces que abrazada a la almohada,
me decía que algún día esto pasaría,
pero a la mañana siguiente,
seguía haciendo lo mismo,
que ella es más guapa,
más lista,
más graciosa.

Que yo soy muy torpe,
muy imprudente,
que mis dientes son chuecos,
y mi risa horrible.

Perdón,
lo siento tanto.

No puedo retroceder el tiempo,
no puedo cambiar episodios que pasaron,
y que aún logran dejar algo roto mi corazón.

Pero puedo hacer que eso no vuelva a pasar jamás,
que a partir de hoy,
cualquier caída,
cualquier error,
no va a ser causa de falta de amor propio.

Porque todo dolor que es a partir de eso,
puede doler toda una vida.

No estoy ciega,
es más,
nunca he abierto los ojos,
tanto como ahora.

Me he visto en el espejo,
y una vez más,
he visto mi frente amplia,
mis dientes chuecos,
mis ojeras,
mi papada,
mis lunares.

Y saben qué,
que he sonreído,
y me veía preciosa.

Esto no acaba aquí,
lo sé,
es un trabajo de día a día,
que si te confías,
los pensamientos de mierda,
te vuelven a la cabeza,
pero yo los he aprendido a callar.

Ahora se ponen a mi favor.

Y cantan una canción bonita.

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