lunes, 26 de agosto de 2019

Te cielo.


Hace meses leí la expresión
"te cielo"
y me pareció un verbo de lo más bonito.

Te cielo.

Tal vez sea porque yo siempre he adorado el cielo.

Creo que es de las cosas más bonitas que nos regala la vida,
me gusta en todas sus formas,
colores
y expresiones.

Me gusta estrellado,
azulado,
y cuando da la impresión que si sueñas un poquito más,
lo tocas con las manos.

Puedo pasar horas contemplándolo,
y cuando está de lo más bonito,
me detengo a tomarle fotos,
a escribirle poemas,
y pedirle deseos.

Y creo que así debería ser el amor.

Es decir maravillarse con las cosas más sencillas,
más cotidianas,
y más sin sentido.

Y esa es mi parte favorita.

Cuando la persona que amas está durmiendo,
y tú te sientas admirar la forma de sus ojos,
la manera en la que sonríe como si estuviera soñando contigo,
como cuando maneja y tú no puedes evitar tocar su cabello,
y ver como arruga el ceño cuando hay demasiado tráfico,
las veces que grita emocionado cuando suena su canción favorita,
y las muecas que hace cuando no está contento con algo.

Es verlo hacer las cosas más normales,
como que esté escribiendo algo en la computadora,
o la forma en la que contesta el teléfono,
y tú no puedas evitar mirarlo
y pensar en lo afortunada que eres.

Es que te ponga completamente tonta la manera en la que habla de las cosas que le gustan,
y tú estés ahí,
escuchando,
como una niña de cinco años.

El amor para mí,
puede definirse en aprenderse la forma precisa
en la que al otro le gusta el café,
y la marca de cerveza que prefiere.

El amor debe ser de esas veces en los que ambos ríen,
porque están seguros de estar pensando lo mismo,
de preferir mil veces los domingos de sofá y pelis,
antes que los viernes de antros y trago fuerte.

El amor debe ser eso,
contemplar el cielo,
y verlo lindo en todas sus formas,
en todos sus colores,
quererlo anaranjado,
azulado,
con estrellas,
y sin ellas;
con lluvia,
y con miles de arcoiris.

Yo no te amo,
cariño;
pero te cielo,
y te cielo un montón.

domingo, 11 de agosto de 2019

Lo que debí llorarte.


Hoy recorrí las calles que una vez de la mano,
caminamos juntos,
entré a los lugares que conocimos los dos,
pedí tu comida favorita y ordené una copa de vino.

Hoy te lloré,
y te lloré a ti.

No al trabajo pendiente,
a las noches de soledad,
a los dolores insoportables de columna.

Te lloré.
a ti.

Y te lloré un montón.

Y pensé en lo mucho que nos quisimos,
y lo mal que lo hicimos.

En que fue un desperdicio,
no haberlo intentado un poco más,
un poquito, nada más.

En fin.

Que ya no se puede hacer nada el respecto.

Empiezo a sospechar que aquel que dijo:
"que nunca se es demasiado tarde"
no tomó en cuenta que a veces los relojes,
no se mueven al mismo ritmo.

Y hoy,
es muy tarde.

La cuestión es que debí sufrirte antes,
y tal vez hoy,
hoy no me doliera como me duele.

Pero es cierto que no te lloraré toda la vida,
que el dolor es necesario
para que la herida sane.

Pero no es lo único que podemos hacer al respecto.

No voy a desangrarme,
no esta vez.

Voy a curarme,
y a curarme en serio,
a ponerle sal a la herida,
y a cuidarla todos los días.

Que te saco,
hoy te saco,
de cada uno de los lugares que te tenía impregnado,
y no lo quise aceptar.

Lo haré solita,
ya la compañía se me da fatal.

Con música,
algo de poesía,
y un par de cervezas,
todo será más fácil.

La vida sigue siendo preciosa.

Hoy he visto el atardecer en casa,
y he pensado en ti,
y en que ya no te quería aquí.

Ya no.

domingo, 4 de agosto de 2019

Montaña rusa.


Pasa que ya no duele;
o eso es lo que dices.

Que no tienes tiempo para estar mal,
te repites.

Pero en una milésima de segundo,
tu mundo empieza a desmoronarse;
y tú,
no puedes hacer nada más que observarlo
mientras se cae.

Sostenerlo es inútil,
porque pesa,
y pesa un montón.

Es horrible sentir cómo tu cabeza navega a diez mil por hora
y tú no poder seguirle el paso;
porque no se puede,
porque te lleva ventaja y tú no la alcanzas
aunque lo intentes.

La mente te juega muy malas pasadas a veces.

Pero no puedes rendirte;
no puedes,
porque te parece injusto que las madrugadas llorando,
las noches sin poder dormir,
las crisis nerviosas en el trabajo,
las manos temblando,
las ganas de vomitar mientras le pides a tu mente que pare;
y todas las veces que te paraste de la cama con la convicción
que sería un día mejor;
no hayan valido la pena.

Estás sola,
me dijo una Ale chiquitita,
pero tú,
tú eres más que suficiente.

He mirado una foto mía sonriendo,
y he pensado que lo vale,
que el esfuerzo siempre va a valer la pena.

Solo estoy un poco cansada,
le dije a mi Ale de doce;
esa muchachita no se cansa,
me dice que lo puedo hacer mejor.

Y yo, le he creído.