domingo, 11 de agosto de 2019

Lo que debí llorarte.


Hoy recorrí las calles que una vez de la mano,
caminamos juntos,
entré a los lugares que conocimos los dos,
pedí tu comida favorita y ordené una copa de vino.

Hoy te lloré,
y te lloré a ti.

No al trabajo pendiente,
a las noches de soledad,
a los dolores insoportables de columna.

Te lloré.
a ti.

Y te lloré un montón.

Y pensé en lo mucho que nos quisimos,
y lo mal que lo hicimos.

En que fue un desperdicio,
no haberlo intentado un poco más,
un poquito, nada más.

En fin.

Que ya no se puede hacer nada el respecto.

Empiezo a sospechar que aquel que dijo:
"que nunca se es demasiado tarde"
no tomó en cuenta que a veces los relojes,
no se mueven al mismo ritmo.

Y hoy,
es muy tarde.

La cuestión es que debí sufrirte antes,
y tal vez hoy,
hoy no me doliera como me duele.

Pero es cierto que no te lloraré toda la vida,
que el dolor es necesario
para que la herida sane.

Pero no es lo único que podemos hacer al respecto.

No voy a desangrarme,
no esta vez.

Voy a curarme,
y a curarme en serio,
a ponerle sal a la herida,
y a cuidarla todos los días.

Que te saco,
hoy te saco,
de cada uno de los lugares que te tenía impregnado,
y no lo quise aceptar.

Lo haré solita,
ya la compañía se me da fatal.

Con música,
algo de poesía,
y un par de cervezas,
todo será más fácil.

La vida sigue siendo preciosa.

Hoy he visto el atardecer en casa,
y he pensado en ti,
y en que ya no te quería aquí.

Ya no.

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