domingo, 2 de agosto de 2020

Alguien más grande que nosotros.

Hoy he visto la luna por la ventana,
y no paré de admirarla,
estaba tan gigante,
tan brillante, 
tan perfecta.

Y en lo que pensé de camino a casa,
era en lo maravilloso que es Dios.

He llegado a mi cuarto
y seguía maravillándome
de lo hermosa que se veía.

Y he pensado en Dios,
nuevamente.

Y de rodillas,
y con la carita empapada de lágrimas le he dado las gracias.

Hace cinco meses 
ni en mis sueños más locos
me creí capaz de lo que hasta el día de hoy,
he logrado.

Jamás me he sentido tan asustada,
como lo estuve hace algunas semanas,
nunca he anhelado tanto algo como lo que en oraciones le pedía cada uno de los días.

Él me ha escuchado,
me ha abrigado el corazón.

Nunca pensé que tenía que pasar todo lo que ha ocurrido
en estos cinco meses
para darme cuenta lo mimada que soy ante sus ojos.

Hoy he sentido la vida,
he respirado el aire más puro,
he visto los paisajes más preciosos,
y he sentido el amor como nunca antes.

Creo en la luna,
en la belleza de los atardeceres,
en cómo todo ser vivo está aquí por y para algo.

Y por eso,
no me importa lo que los demás piensen,
mientras yo siga abriendo los ojos cada mañana,
siga sintiendo cómo mis pulmones se llenan de aire,
vea de cerca cada una de sus creaciones,
me mantenga con el corazón latiendo de emoción por cada belleza de mi alrededor.

Mientras yo viva,
seguiré rezándole todos los días antes de dormir.

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