lunes, 28 de septiembre de 2020

Pequeños triunfos.

Música a todo volumen,
comida por doquier,
amigas bailando en la sala,
hermanos viendo una película.

Siempre gente,
siempre ruido,
siempre alguien.

Nunca yo.

Y de repente un día,
silencio eterno.

Todo se calló.

No más música,
no más vino,
no más baile.

Nunca creí que me molestaba tanto mi compañía,
cuando tuve que lidiar solo con ella,
con mi cabeza que no cesa todo el día,
con pensamientos sin sentido,
con preocupaciones que me asaltaban a las dos de la mañana
y parecían no querer irse.

No creí que la soledad fuera un problema
hasta que me encontré tachando en el calendario los días para que alguien volviera,
y la espera se hizo eterna.

Y nunca nadie vino.

Era hora de pelear sola,
de levantarse todos los días con la convicción
de que hoy será mejor.

Entonces todo empezó a caerse,
malas noticias,
muertes cada mañana,

Mamá sollozando por el teléfono,
"todo va a ir bien, eh"
ya vas a ver que sí.

Y no ha ido bien.

Pero aún estamos de pie,
y eso ya es un pequeño triunfo.

He llegado tan lejos, 
que a veces miro el camino empedrado que me llegó hasta aquí,
y no tengo idea como lo he hecho.

Eres más fuerte de lo que creía,
me dice la Ale de doce.

Ella baila mientras mi mundo se cae a pedazos.

Y lo volverás hacer,
te levantarás como siempre lo haces,
pelearas en primera fila,
y esta vez te proclamarás vencedora.

Te mereces el mundo entero Alejandra Ayala,
y yo te lo voy a dar.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario