Ir a un concierto de Vicente García,
de Coldplay,
ver auroras boreales,
Navidad en New York,
saltar en un paracaídas,
amanecer en Santorini,
conocer la casa de Ana Frank,
vivir en Madrid,
recorrer Londres,
volverme vegetariana,
dejar de ser vegetariana,
comprar un departamento en la playa,
regalarles un viaje a mis padres,
vacacionar en Galápagos con mis hermanos,
emborracharme en Argentina,
publicar tres libros,
que diez personas digan alguna vez que soy su escritora favorita,
escribir un best seller en una casita en el campo
alejada del mundo.
Me han preguntado de las cosas que me gustaría hacer antes de morir,
he pensado,
en viajes,
en mi trabajo soñado,
en los países que podrían ser casa,
en mi familia,
en poesía,
en música,
y también he pensado en ti.
En tí,
que aún no llegas,
pero siento que estás en camino,
que sepas que te tengo un lugar guardadito en el asiento del copiloto.
Y he pensado,
que quiero hacerlo,
que quiero una vez en la vida,
enamorarme como una loca de alguien,
que antes de morir,
debo amar a otra persona, y compartirle todos estos sueños locos que tengo,
de seguro se va a divertir un montón.
No quiero hijos,
ni boda,
ni ningún papel que se arrugue y se gaste;
te quiero a ti,
y que compartamos vida,
y risas,
que nos perdamos en estaciones de trenes,
que nos confundamos en inglés,
que lloremos en un concierto,
quiero restaurantes de lujo,
y también hoteles mediocres,
y que nos nos importe un carajo,
porque lo mejor está afuera de esas cuatro paredes.
Quiero copas de vino,
guitarras,
recitales
y poesía,
quiero una vida buena antes de morir,
y quiero pensar que en algún momento de mi vida,
le entregué todo este amor que tengo guardado,
a alguien,
que tal vez le faltó.
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