sábado, 17 de julio de 2021

A ellas.



Hoy quise escribir sobre ellas,
esas amigas que te salvan,
que se acuestan contigo y contemplan el cielo
mientras todo parece desmoronarse.

Y sostienen tu mano,
y te acurrucas en sus hombros,
y todo,
todo,
parece doler un poco menos.

Hoy quise escribir sobre ellas,
y me di cuenta lo poco que hablan de historias como la mía
y la de mis chicas incondicionales,
todos hablan de ese amor que logra cosas imposibles,
películas con finales felices,
donde un beso parece solucionarlo todo.

Pero nadie escribe sobre esa amiga que te salva de hacer alguna estupidez a las tres de la mañana,
de aquellas que viajan cuatro horas para ver alzar tu diploma de graduación,
las que te cuidan enferma,
las que escuchan tus dramas en el trabajo y se esconden de sus jefes en el baño para reírse de tonterías,
de esas que reparan tu corazón roto una y otra vez.

Hace tres años,
una amiga me rompió el corazón,
cuando después de doce años,
ella decidió alejarse sin más.

Entendí que nunca hay que dar nada por sentado,
las amistades no funcionan así,
hay que alimentarlas,
llevarlas por una cerveza,
y siempre dar las gracias.

Nadie tiene ninguna obligación con nosotros,
y aún así hay personas que te lo dan todo,
y más.

Hoy quise escribir sobre ellas,
las que se pelearon con mis demonios,
y me enseñaron a creer un poco más en mí,
las que celebraron cada uno de mis triunfos como propios.

Las que entienden mi lenguaje del amor,
un poco atrofiado,
vale recalcar.

Se que no siempre lo he hecho bien,
pero ustedes han sido maravillosas,
prometo estar ahí siempre,
a una llamada,
a un mensaje,
a un taxi de distancia.

Y gracias,
por todo,
mis chicas incondicionales.

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