miércoles, 22 de septiembre de 2021

Carta a mi niña de ayer.



Hoy,
mientras me alistaba para ir al trabajo,
he visto mi reflejo en el espejo,
no me he reconocido,
he sido yo,
haciéndome mayor.

Me ha provocado un poco de ansiedad pensar
que no me reconozco,
que he dejado atrás la niña que fui algún día.

Deudas,
trabajo,
si hacer o no la maestría,
declaración de impuestos,
cosas de adultos.

Hoy me he sentido desequilibrada,
como si estuviera caminando en un hilo,
a cinco metros de altura,
haciendo malabares,
me he enojado con la Ale de doce que deseaba ser adulta.

Me han preguntado ¿cómo me veía dentro de cinco años?
y no he sabido qué responder,
porque estoy luchando con todas mis fuerzas por llegar a diciembre un poco cuerda.

Quiero bajarme un ratito,
este mundo va muy deprisa
y yo me quedé en ese verano del 2014 donde di mi primer beso.

Necesito un descanso,
respirar profundo,
sentir que estoy en el camino correcto,
siento que estos años estoy en un viaje sin fin en donde alguien vendó mis ojos,
y ahora manejo a tientas,
con miedo de estrellarme todas las veces.

Quiero dejar de sentir que estoy improvisando,
que me equivoco más veces de las que logro acertar,
quiero sentir que estoy haciendo las cosas bien,
porque últimamente he olvidado cómo se siente ganar,
y extraño eso.

Necesito respuestas,
sentir que algo queda de la niña de ayer,
aquella que se reía por todo,
que leía un libro cada semana,
que soñaba con amor,
y creía en las personas.

Necesito saber que esa niña,
aún está conmigo.

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