martes, 10 de octubre de 2023

Día de la salud mental.

 Como persona que lleva dos años yendo al psicólogo, y lleva cinco meses en tratamiento psiquiátrico puedo decir algo que me dijeron cuando recién empecé a tomar antidepresivos y no lo entendía: "esto viene a enseñarte muchas cosas", después de haber experimentado subidas y muchísimas bajadas, después de haber tocado fondo y darme cuenta que había otro fondo, después de haber sentido un miedo terrible a mi tristeza, después de haber sentido que me costaba dos mundos levantarme de la cama, puedo decir que es cierto.
La depresión y la ansiedad llegaron a mi para enseñarme a darme más amor, para hacerme sentir más compasión conmigo misma, llegaron para darme cuenta que soy una persona muy valiente y muy muy fuerte, llegaron para enseñarme que no importa tu trayectoria laboral, ni tus relaciones personales, ni todo el amor familiar que te hayan dado, cuando la mente no funciona, no funciona ni importa nada.
Sigo caminando en este trayecto que a veces es tan difícil, a veces gano y a veces me siento a esperar que pase, los antidepresivos ayudan un montón y ya no le tengo miedo a la medicación; baby steps: me digo todos los días.
Entendí que nadie iba a llegar a salvarme, que quien tenía que ponerse los pantalones, coger valor y hacer de todo por cuidarse: tenía que ser yo, lo intento todos los días, y eso a veces, es suficiente.
Abrazo fuerte a cualquiera que piensa que no lo está logrando: hay vida después de la tristeza, que aquello que sientes tan gigante, con mucho trabajo se hace pequeñito, lo prometo.
La vida es muy bonita, estoy convencida de ello.
Con la ayuda necesaria uno vuelve a reír, a sentir, a enamorarse de nuevo, uno vuelve; sí que sí, es posible.

lunes, 9 de octubre de 2023

Ella era de esas.

Ella era de esas,
de las que no se olvidan nunca.

Tenía un nuevo hobbie cada semana,
se reía un montón
y le gustaban los vestidos.

Tenía un trabajo que no le gustaba,
manejaba horrible,
y tenía una dependencia tóxica a comprar libros que no leía.

Era valiente,
tanto,
no podía creer todas las batallas que había librado,
y hablaba de ellas como poca cosa.

La quería,
ya sabes como se quiere una vez en la vida.

La quería,
y la voy a querer siempre,
lo sé.

Ella era de esas,
odiaba el gym,´
escuchaba audio poemas 
y se olvidaba de ciertas palabras en español,
las decía riendo porque decía que se sentía ridícula.

Amaba verla reír,
porque era de esas,
de las que se ve guapísima siendo feliz.

Iba a terapia,
tomaba antidepresivos,
y veía series basura.

Lo sigue intentando,
todos los días.

Tenía el sueño de volverse una escritora famosa,
comprar una casa en el campo,
y tener tres perros.

Decía que iba a quedarse sola
y que no tenía miedo a eso,
soñaba con un amor de película,
de esos que pasan una vez en la vida.

Desearía dárselo,
el amor de pantalla,
la vida en un pueblo bonito,
pero no puedo.

Porque me marcho,
me voy porque esto me queda grande,
y prefiero verla de lejos y feliz
que sentir que una vez más
le he fallado.

Me voy porque ya encontrará a alguien mejor que yo,
alguien que sienta que quererla no represente un miedo tan gigante.

No encontraré a alguien como ella,
lo sé,
como ella,
nunca,
y está bien.

La extrañaré toda la vida.

Espero verla un día en Central Park leyendo uno de sus poemarios,
espero verla feliz,
que sea amada como se merece,
que piense en mi como alguien que la amo demasiado,
y que por eso,
la dejó libre.