Había llegado de esa cafetería en donde le dije adiós a Sofía, fui donde mi mejor amigo, que era hermano de Sofía, sí, siempre algo nos unió.
Me recibió con un abrazo y yo rompí a llorar.
-Se acabó- atiné a decir.
Le conté que intentamos un par de meses desde que ella había vuelto a la ciudad, pero que simplemente no se podía, teníamos mucho pasado y ningún futuro prometedor.
*Ella va a conocer a alguien, Rodri, un día cuando despierte y se de cuenta que no será contigo, ella va abrir su corazón, y esa persona se va a dar cuenta que si su mejor amiga la llama a las diez de la noche porque se encuentra triste, ella pide un taxi y va a esa hora a consolarla, y se dará cuenta que es divertidísima en cualquier fiesta, que le encanta los libros, y hablar sobre política, que llora cuando escucha historias de violencia, que dice malas palabras cuando algo le molesta y no le importa quien está presente, esa persona se dará cuenta que Sofía es especial, que es una excelente amiga, hermana e hija; que es el ser humano más leal y más incondicional que vas a encontrar en tu vida, que le gusta los desayunos fancys y que ama las películas de Disney, que detrás de esa mujer implacable, está solo una niña que sueña con ser amada, y esa persona no la va a dejar nunca porque sabrá que esas mujeres, esas mujeres solo las encuentran una vez, y tú serás el idiota que se enterará un día cualquiera que el amor de su vida se va a casar con alguien más, y ese día te vas arrepentir, y será muy tarde.
Rodrigo, no seas ese idiota-me dijo-
Y yo me moría de miedo.
Pero ese momento lo vi, y me entró un miedo inexplicable; yo no quería ser ese idiota.