Somos un desastre,
los dos.
Bailamos en tiempos diferentes,
yo avanzo tres pasos,
tú retrocedes cinco.
Así, siempre.
No nos entendemos jamás,
a veces somos tan diferentes,
y otras tantas tan iguales.
Porque ninguno de los dos
nunca se anima a perder la razón.
Y peleamos,
una y otra y otra vez;
y trato de rendirme,
de convencerme
que no puedo seguir así.
Luego apareces de sorpresa,
afuera de la universidad,
con tu sonrisa de mediodía,
con alguna estupidez tuya.
Y ya,
de repente todo está bien.
Es que me haces tan bien.
Luego te vas,
y yo no contesto el teléfono,
o tú llegas tarde;
y hacemos exactamente lo que no soportamos.
Y volvemos al ciclo de nunca acabar.
De no poder estar contigo,
pero volverme una completa loca al estar sin ti.
Y entonces llega,
un simple mensaje,
un "te quiero"
y ¡qué putada todo esto!
porque no hay nada más perfecto,
nada mejor que tú,
que tú queriéndome.
Voy a intentarte,
hasta que me salgas bien,
hasta que nos salga bien,
hasta que nos hagamos bien.
No me voy a rendir
¿tú?
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