domingo, 22 de marzo de 2020

Heroína.

Siempre había alardeado de mi independencia.

La niña capaz de todo.

La que le sacaba la lengua a los problemas,
la que lloraba un jueves noche,
y se iba a bailar un viernes con una copa de vino en la mano.

La imparable.

La de mil armaduras.

A la que si le rompían el corazón,
se sacudía las partes que sobraban y se paraba de nuevo.

Nunca me he considerado fuerte,
pero si luchadora,
porque no recuerdo una vez que me haya caído y no lo haya intentado.

Pero una vez más,
la vida se me ha reído en la cara,
para demostrarle lo que soy capaz.

Jamás pensé que la cura a todos los males,
se encontraba en el abrazo de mamá,
abrazo que hoy no tengo,
y así estoy.

La cosa que lidiar conmigo,
ha sido mucho más difícil que pelear con mil monstruos,
y es ahí donde está el problema.

Cuando te acostumbras tanto a las personas,
a reír por compromiso,
a decir que sí,
cuando mueres de ganas por decir que no.

Es cuando te vas perdiendo,
de a poco.

Y ahora toca verme todos los días,
aguantar mis pensamientos,
poner música a todo volumen
y ponerme a bailar
porque así lo quiero,
porque a veces lo necesito.

Al final de todo esto me convertiré en mi propia heroína.

Sé que después de la tormenta,
encontraré una Ale de la cual esté completamente orgullosa,
porque me ha demostrado que estaba equivocada,
que sí que era fuerte.

Además los arcoiris se ven preciosos,
cuando nacen de mi sonrisa.

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