Todo empezó en el 2014,
recuerdo el día como si fuera ayer;
recuerdo el día como si fuera ayer;
estaba de moda All our stars de Ed Sheeran,
la recuerdo porque era la canción que ponía antes de dormir,
lloraba,
mucho,
le pedía a Dios una respuesta,
¿qué le pasaba a mamá?
me preguntaba todos los días.
Opiniones de doctores diferentes,
de áreas distintas,
nuestros viajes se resumían a buscar respuestas,
que el homeópata,
que medicina alternativa,
que un traumatólogo,
que el neurólogo,
no puedo recordar cuántos exámenes,
cuántas consultas,
cuántas caras defraudadas observé ese año.
Ninguna respuesta.
Un psicólogo;
nos dijeron una vez,
tal vez la respuesta está en la cabeza de tu mamá,
decían.
No lo creía,
no podía,
el dolor en su rostro era real,
existía,
lo sabía.
Hasta que llegó,
en febrero del 2015,
una búsqueda absurda en google,
todos los síntomas,
todas las respuestas en una palabra.
A pesar del diagnóstico,
volví a ver esperanza en el rostro de mamá,
y desde ahí empezó este viaje de nunca acabar,
a empezar a pronunciar esa palabra que antes era tan ajena,
a llenarnos de libros,
de experiencias de otras personas,
de cómo hacerlo bien.
Entonces la burbuja en la que viví por años se destruyó sin darme aviso,
y empecé a sentir miedo,
mucho,
un miedo que no había conocido antes,
empecé a ver a papá de rodillas rogándole a Dios,
empecé a sorprender a mis hermanos llorando en secreto.
Son más de seis años de aquello,
y a veces parece que fue ayer,
y otras que ha pasado más de veinte años,
a veces es tan nuevo y otras parece que ha pasado tanto.
Viví tanto tiempo enojada,
preguntándome por qué,
queriendo tantas respuestas,
repitiéndome que no era justo,
que entre tantas personas,
sea mamá la que tenga que cargar con esto.
Pero yo la veo luchándola todos los días,
a veces gana,
otras no tanto,
se esfuerza todos los días.
Y cuando ríe,
cuando baila en la sala,
cuando la veo como si tuviera veinte,
juro que la enfermedad pierde.
A veces veo a mamá
y me parece de mentira,
es increíble que yo tenga una luchadora de esa talla en casa.
Sigo queriendo quitarte un poco de dolor,
mamá;
me sigue doliendo todos los días decir que estás enferma
porque yo a veces te observo y me pareces más viva que antes.
Hoy has llamado,
ha sido uno de esos días,
malos;
y he querido escribir,
escribirte.
Son seis años de una batalla larguísima,
de algo que nos cambió para siempre,
tomé todo ese dolor y esa rabia,
y lo transformé en amor,
para ti,
en valentía y resiliencia,
por ti.
Sigo queriendo darte el mundo mamá,
ahora entiendo que esto es por algo,
como siempre;
quiero leer ese libro,
ese que un día espero escribas
o lo haga yo,
no lo sé,
hablando de lo maravillosa que eres,
de cómo una enfermedad te hizo más fuerte
y valiente,
también podría escribir de lo mucho que te amo,
pero eso nos llevaría otro tomo,
y no sé.
Hoy ha sido de esos días,
malos;
ya vendrán los buenos,
estoy segura.
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