Hace ya varios meses escribí nuestra carta final,
la que llevaba un adiós definitivo,
Y de verdad pensé que era la última,
pero bueno,
necesitaba escribir esto.
Me han preguntado hace días que era el amor para mí,
y respondí:
esa persona debe ser casa,
¿y la has tenido?
-preguntaron-
y pensé en ti,
como siempre.
Es un poco frustrante ¿sabes?
porque te olvidé,
estoy segura de eso,
porque cuando el mundo se cayó,
ya no pensé en ti,
ya no recordé tu número como mi llamada de emergencia,
ya no fuiste la persona a la que escribí cuando hubieron buenas noticias.
Ya no eres,
y quizás nunca seas.
Pero es que cuando hablan de amor,
siempre,
siempre regreso a ti.
Tal vez sea porque eres mi puerto conocido,
porque después de ti,
nadie.
No lo sé,
hace mucho que no pasabas por mi cabeza,
ya no hablaba de ti,
nuestra canción pasó a ser mi canción,
y ahora la disfruto como antes,
sin ti.
Pero es que eras casa,
vino de las cuatro de la tarde,
fogata en días fríos,
eras el lugar al que siempre volvía.
Así pasaran años.
Entonces estaba un poco perdida,
y he encontrado un mapa,
un camino que seguir.
Lo he hallado en la música,
en la poesía,
en el trabajo,
en los mil libros que me quedan por leer,
en la risa de mis amigos.
Y he caminado por fin,
sin necesitarte.
Pero es que eras casa,
y a veces me siento un poco extranjera en esta vida,
como si me olvidara como aterrizar,
porque ahora siempre vuelo,
y a veces las alas se cansan.
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