entré a tu chat e incluso escribí el mensaje:
¿nos vemos?
lo borré al instante,
y no porque sienta que estoy perdiendo mi dignidad
o algo por el estilo,
porque vamos, si esto es un partido
tú me ganas por goleada.
Nuestra historia que pasó hace cinco años,
acabó,
le pinté un punto final con mis lágrimas,
y acabó.
Y te odié,
y te quise,
y te extrañé como a nadie.
Y se acabó.
No es que quiera
abrirla,
o volver a
escribirla,
porque ni tú ni yo
somos aquellos niños de veinte años
que pensaban que
lo suyo sería eterno.
Pero es que me da
curiosidad,
pensar si
estas dos personas que somos ahora,
se gustarían entre sí,
si ignorarían los
planes y los países que los llevan a dos puntos completamente diferentes,
y solo se
enamorarían
como dos
chiquillos que no tienen idea que su historia está destinada al fracaso.
Tal vez es la
nostalgia hablando,
o mi idea de
seguir creyendo en el estúpido romanticismo,
de creer que el
tiempo no me ha quitado:
tu sonrisa,
y tus te quiero,
y todo lo que un
día fuimos,
de pensar que
algún día seré protagonista de esas historias preciosas
en las que dos
personas que se quisieron,
pudieron con
todo.
Tal vez y solo
tal vez
está bien que en
esta vida sea espectadora y me dedique a escribir,
y a creer en que
si hay amores que perduran en el tiempo,
aunque no sea yo
la protagonista de esos cuentos.
Tal vez seamos
ese café pendiente que tiene fecha, hora y lugar
pero dos
personajes que tienen un miedo terrible a volverse a equivocar
y no llegan,
nunca.
Y un día lejano en un balcón admirando cada uno la ciudad en la que vive
se preguntarán que estará haciendo el otro,
y sonreirán,
y pensarán: "y si hubiera ido".
Léelo escuchando Dormir- Aitana.