He leído un libro.
Lo sé.
¡Qué novedad!
-has de pensar-
Me conoces,
eso lo sé.
Bueno, en fin.
Que nada más iniciar empiezan con esas frases,
que suelen hacerme cuestionar.
"Las mujeres, suelen tener un él,
un ÉL, que escriben con mayúscula,
que siempre marca un antes y un después,
no tengo que explicarlo mucho, porque sé que
a este punto ya habrás pensado en alguien"
Y yo pensé en ti,
por supuesto.
Pero en lo que he pensado mientras leo,
es que ya no quiero que seas mi ÉL,
ya no quiero hablar de ti con otros,
ni explicarles que a veces siento que una parte mía siempre será tuya,
ya no quiero escribirte poemas,
ni pensar en excusas cada cumpleaños
para decirme que está bien escribirte,
ya no quiero imaginarme que podríamos tener otra oportunidad,
porque no la tenemos.
He guardado los poemarios,
he botado aquella luna,
y me he prometido no volver a responder un mensaje tuyo.
De los cobardes no se escriben historias,
ni poemas.
Me he cansado.
Y mira,
que sí era posible.
Pensé que iba a quererte toda la vida,
y no.
Tengo una cita,
porque he pensado: ¿por qué no?
me siento valiente,
eso pasa
cuando uno hace cosas que nunca pensó sería capaz,
pero mira que sí.
Pensé que me dolería,
deshacerme de "nosotros"
pero eso ya no existía,
solo que me dolía aceptarlo.
Ya sabes,
soy nostálgica.
Pero también soy de las que se va,
y se va en serio.
No te escribiré nunca más.
Y eso sí que me apena,
porque los poemas no tienen la culpa.
Escribiré de otros,
de otra vida,
de otra yo,
me siento nueva,
más ligera.
Mira, tú;
cuánto pesaba el pasado.
Pero no puedo escribirte,
porque de los cobardes,
una vez más,
no se escriben historias,
ni poemas.
Y con lo mucho que me gusta la poesía,
pero eso tú,
por supuesto,
ya lo sabes.
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