sábado, 13 de diciembre de 2025

Ese idiota.

 Había llegado de esa cafetería en donde le dije adiós a Sofía, fui donde mi mejor amigo, que era hermano de Sofía, sí, siempre algo nos unió.

Me recibió con un abrazo y yo rompí a llorar.

-Se acabó- atiné a decir.

Le conté que intentamos un par de meses desde que ella había vuelto a la ciudad, pero que simplemente no se podía, teníamos mucho pasado y ningún futuro prometedor.

*Ella va a conocer a alguien, Rodri, un día cuando despierte y se de cuenta que no será contigo, ella va abrir su corazón, y esa persona se va a dar cuenta que si su mejor amiga la llama a las diez de la noche porque se encuentra triste, ella pide un taxi y va a esa hora a consolarla, y se dará cuenta que es divertidísima en cualquier fiesta, que le encanta los libros, y hablar sobre política, que llora cuando escucha historias de violencia, que dice malas palabras cuando algo le molesta y no le importa quien está presente, esa persona se dará cuenta que Sofía es especial, que es una excelente amiga, hermana e hija; que es el ser humano más leal y más incondicional que vas a encontrar en tu vida, que le gusta los desayunos fancys y que ama las películas de Disney, que detrás de esa mujer implacable, está solo una niña que sueña con ser amada, y esa persona no la va a dejar nunca porque sabrá que esas mujeres, esas mujeres solo las encuentran una vez, y tú serás el idiota que se enterará un día cualquiera que el amor de su vida se va a casar con alguien más, y ese día te vas arrepentir, y será muy tarde.

Rodrigo, no seas ese idiota-me dijo-

Y yo me moría de miedo.

Pero ese momento lo vi, y me entró un miedo inexplicable; yo no quería ser ese idiota.


Y yo también lo sentía.

 Lo cité en un café, con la sensación que esa sería la última vez que nos viéramos.

Él estaba triste, lo sabía.

Mira lo que encontré-sacó de su billetera una polaroid, éramos nosotros, solo diez años antes, yo le daba un beso en la mejilla y el arrugaba la nariz; éramos felices-

Tengo pena-le suelto de pronto-
por nosotros, por estos...- señalo la foto- ellos estarían tan enfadados si supieran lo que hicimos con lo mucho que se quisieron.

Lo sé-me dice- y se queda callado, sé que quiere decir algo pero no encuentra las palabras.

¿Y ahora qué?-respondo con un nudo en la garganta.

No dejes que nadie te quiera menos de lo que mereces. Cuando llegue, cuando sepas que es él, no pienses en mí, ni en él, piensa en ti. Que te lo dé todo. Todo mi amor, lo que yo no te supe dar; quema las cartas, las fotos, regala los presentes, bota ese anillo, quédate con las canciones, no se las des a nadie más; y suelta, suéltame. No me quiero ir, pero me voy ¿dale? -respondió y me dio un beso en la frente.

-Dale- respondo, y tuve que pararme porque iba a llorar, me despedí de lejos y alcancé a llegar a la puerta, lo regresé a ver y sus labios formaban dos palabras. LO SIENTO, susurró.

Y yo también lo sentía.

lunes, 8 de diciembre de 2025

Morfina.

Hay una frase que me gusta mucho que dice: ese día nos salió todo mal y nos entró la risa, y ahora no recuerdo nada de lo que salió mal, solo la risa; y eso define mi vida contigo.
Ya no recuerdo el camino empedrado, las personas incorrectas, los días malos; solo que hoy, tú me estás haciendo reír, muy alto.
El que tú me amaras fue una disculpa de la vida por todas las veces que me dolió el alma, por todas las veces en las que no me sentí suficiente, por todos los días en los que pensé que no lo iba a lograr.
Me encontraste rota, desconfiada, con el corazón destruido y aún así me quisiste.
Me compartiste tu mundo y me hiciste sentir parte.
Pensé que no te encontraría, realmente llegué a pensar que en esta vida no me tocaba; pero llegaste y me besaste, y ese primer beso me dejó blindada, ahora todo lo puedo.
Besarte fue como plantar bandera blanca en plena guerra, el tratado de paz después de tantas batallas, convertimos una casa en un hogar, y ahora duermo plácidamente, yo que siempre padecí de insomnio.
Ya no ando a ciegas.
Qué bueno ha sido encontrarte.
Me enseñaste que uno nunca llega tarde a un amor que es suyo.
Siempre preciso.
Siempre puntual.
No gritas, no juzgas, no odias, no hieres, porque ¿para qué?
Es al que llamaría si tengo un accidente y me quedo varada con el carro en plena autopista y llegas en diez, no, en cinco minutos, eres esa persona que quisieras tener siempre, alguien al que le cuentas tus preocupaciones, que te estás haciendo mayor y no tienes la vida que deseas, que te sientes mal por lo que está pasando al otro lado del mundo, que la derecha está teniendo cada vez más poder y eso te aterra, que te enoja la poca consciencia de clase que suelen tener ciertas personas, y siempre, siempre tienes una palabra de ánimo, me haces sentir esperanza, que entre todo lo malo, hay algo bueno.
Eres ese puntito blanco en medio de una lona negra.
Nunca dueles.
Te doy las gracias, porque la forma en la que me amas, hace que me ame yo también, todos los días, cada día, a cada momento, cambiaste mi vida, cambiándome a mí por completo, desde adentro.
No hay mejor versión de mi misma que aquella que está contigo.
No puedo regresar a ser la que fui antes de ti, y me alegra.
Yo, que siempre había pensado que era demasiado, demasiado intensa, demasiado ansiosa, demasiado nerviosa, demasiado miedosa, demasiado; contigo siempre me sentí suficiente.
Nunca te tuve que convencer que te quedaras y eso es todo lo que se del amor, lo que tú me enseñaste.
Siempre he creído que el amor es tener una conversación pendiente y yo tengo tanto que contarte todos los días.
Después de haber pasado por un episodio de depresión terrible, arrodillada en el suelo le rogué a Dios que lo que venga fuera bueno, y mira, sí que lo fue.