viernes, 22 de enero de 2016

Magia.

Me he olvidado de cuantas veces he intentado escribir sobre ella;
su recuerdo es tan fugaz, que a veces olvido varios rasgos que solían encantarme;
la manera en la que sonreía cuando encontraba algo que le fascinara,
sus ademanes que solía hacer con las manos cuando hablaba de poesía,
y su voz, su voz tan estridente, tan firme cuando decía lo mucho que odiaba las injusticias.

No es que fuera cobarde, ni mucho menos; pero no aguantaba el frío,
y por eso se iba cada vez que el invierno anunciaba su llegada;
dejándome sola, una vez más.

Lo que más me gustaba de ella eran esos arranques de locura,
eran esas ganas de que nunca la vieran triste,
porque cuando la nostalgia parecía tocar su puerta;
ella encendía la casa con "Sex on fire" y no había poder en el mundo que la lograra detener,
asi era ella, tan magia, tan desastre; a la vez
que a veces sospechaba que estaba hecha de versos.

A veces regresa, con una cerveza en la mano a preguntarme si todo está bien;
y luego vuelve a marcharse.

La echo de menos, me echo de menos.

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