domingo, 15 de mayo de 2016

Mi error predilecto.



Que yo siempre he sido de construir muros muy altos,
de alejar a todos,
antes que exista la mínima posibilidad de que alguien pueda herirme.

Nunca he aprendido lo que es quedarse,
ni tampoco sé lo que es agarrar las mismas manos
durante más de ciertas semanas.

No sé querer,
no sé hablar de mis sentimientos,
sino es con un par de cervezas de más,
no sé cómo bajar la guardia,
ni hacer caso omiso a mi orgullo,
cada vez que me dice algo.

Aquí nunca ha habido lugar para el romance,
y mi relación más estable ha sido con las historias
de mis libros favoritos,
yo nunca he sido de admirar una sonrisa,
ni de anhelar tanto unos brazos,
como últimamente deseo los tuyos.

Así que cuéntame,
revela tus trucos,
esos que hacen que a pesar de todo,
yo siempre regrese a tu boca.

Tal vez sea por esa estúpida metáfora,
de siempre querer lo que nos hace daño,
no lo sé.

Vuelvo a ti por esa estúpida idea
de querer tropezar con la misma piedra,
una y otra y otra vez;
y cómo no hacerlo si esta lleva tu sonrisa.

Vuelvo a ti, porque teniendo aquí todo el espacio del mundo,
estoy convencida que solo tú encajas a la perfección.


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