La impuntualidad es una verdadera putada,
cuando te das cuenta que a lo que llegaste tarde,
fue a la vida de alguien.
Ver al amor de tu vida,
con el amor de su vida;
y eso a mí siempre me pasa.
Tal vez porque siempre me ha gustado vivir en contra del tiempo,
solía reírme de las manecillas,
y el reloj jamás podía pararme de cualquier cosa que se me ocurriera hacer.
Pero es tarde y el reloj sigue marcando las 11:11,
que fue exactamente el momento en el que el tiempo se detuvo,
porque tu sonrisa lo había congelado,
pero te has ido y el tiempo igual no anda,
sigue sonando She will be loved en la radio,
y tu encendedor aún lo guardo entre mis cosas predilectas,
así yo odiara verte fumar.
Que absurdo parece todo esto,
¿si lo lees?, date cuenta;
nada encaja,
nada rima,
nada de nada,
desde que no estás.
Mira tú, te has llevado mis letras;
las has empacado entre tus cosas,
sólo te pido algo: cuídalas, que las extraño,
y también un poco a ti.
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