lunes, 20 de junio de 2016

El que perdió, fuiste tú.


Hoy te vi,
los vi,
vi como agarrabas su mano,
y como ella se acercaba lentamente a susurrarte algo en el oído,
mientras todo el mundo se alborotaba en  los pasillos de la uni,
como es de costumbre.

Apresuré camino y terminé encerrándome en uno de los baños,
creí haber escuchado a mi corazón romperse;
pero en vez de eso se me ha escapado una sonrisa preciosa,
me he puesto labial y he salido con la esperanza de volverte a topar.

Felicidades, es guapísima,
es del tipo de chica que todos regresan a mirar cuando pasa,
debes ser la envidia en tu grupo de amigos,
y debería estar triste,
debería sentir algo roto dentro de mi,
pero me ha dado lástima,
no por mi,
no por ella,
por ti,
he visto cómo ha soltado tu mano
para mandar un mensaje,
he visto cómo se toma snaps mientras tú le dices algo,
he observado como ella se ríe con sus amigas,
mientras tú aparentas estar ocupado en otra cosa.
¿Cómo carajos puede estar pendiente en algo más que no sean tus ojos?

Si ese es el amor que tú querías,
me lo hubieras dicho antes;
me hubieses ahorrado unas cuantas malas noches.

Yo te quería para bailar sin música,
para escribirte ciento un poemas y que tú los guardaras todos,
te quería para enojarnos de la nada,
y reírnos por todo,
te quería para olvidarme siempre el teléfono en casa
porque lo único que yo siempre necesitaba eran tus manos en mi rostro,
tus besos en mi frente
te quería para dedicarte todos los amaneceres de mi ciudad,
para desear tu sonrisa en cada una de las estrellas fugaces,
te quería bien.

Se la ve feliz,
parece que tiene juguete nuevo,
el cual le encanta presumir.

Cariño, el que perdió aquí no fui yo, y el tiempo me dará la razón.

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