jueves, 13 de abril de 2017

21.

FOTO: Fernando Moreno

Cuando nació cuentan
que no lloró,
pero que el suelo se tambaleó un poco.

A los dos años,
ya sabías hablar con fluidez,
pero rara vez
articulabas alguna palabra.

Casi nunca dices algo,
pero tienes una opinión con respecto a todo,
detestas que te digan
que eres madura para tu edad,
porque una vez confesaste
que no sabías aún
lo que era la vida.

A los cinco años
pedías que te regalaran libros
en vez de juguetes.

Me gusta la forma en que ordenas
tu librero,
y que aunque nunca te lo he dicho
te ves hermosa
cuando hablas de corrientes literarias.

Cuando cumpliste siete
le dijiste a tu mamá:
"que no te podía decir
lo que tenías o no que hacer."

Nunca oyes ningún consejo,
aunque aprecio que siempre
digas que valoras mi opinión,
siempre terminas haciendo lo que quieres;
"nadie sabe lo que es mejor para mí,
solo yo misma"
-me dijiste una vez-

A los diez
le preguntaste a tu mamá;
¿qué era ser bonita?
y ella te dijo
que no sabía exactamente,
pero que tú lo eras.

Me gustan tus pestañas,
la forma en que frunces el ceño,
cuando no estás de acuerdo conmigo,
me gusta tu manera de sonreír
cuando te digo un elogio,
me gusta que no sepas maquillarte,
y que no tengas idea
lo preciosa que te ves usando vestidos.

A los once
escribiste en tu diario
que el mundo te parecía muy extraño.

Nunca escuchas las noticias,
porque te hacen llorar;
te sientes extraña cuando estás alrededor
de mucha gente,
y nunca hablas con desconocidos.

A los quince
besaste por primera vez a un chico,
y no te gustó ni un poco.

Aprendí que no te gustan las muestras
de afecto,
pero que jamás te resistes a una conversación;
prefieres que te bese en la frente,
y te encanta que te abrace cuando todo va mal;
te molestan los besos en el cuello,
y pateas cuando estás dormida.

A los dieciséis  te emborrachaste,
y te empezó a gustar el vodka.

Detestas el olor a cigarrillo,
adoras el sabor de la cerveza,
no te gustan las fiestas,
ni las discotecas,
prefieres los bares,
y te gusta que haya música en vivo.

A los diecisiete 
le dijiste a alguien
que lo querías,
y él te rompió el corazón.

Me dijiste que nadie te había gustado
como tu primer novio,
y que ahora no entiendes la razón;
dijiste: "ojalá las personas 
siempre quieran a alguien como la primera vez"

A los diecinueve
le dijiste a tu mejor amiga:
que seguías sin entender el mundo,
pero que eso estaba bien.

Detestas hacer planes,
y te pones muy nerviosa
cuando alguien te pregunta sobre el futuro,
te encantan las personas rotas,
y siempre creas excusas
para creer que puedes repararlas.

A los veinte
besaste a alguien que no conocías,
y ahora él está escribiendo esto.

Te encanta el amor,
pero tienes terror vivirlo en carne propia,
dices que eres una romántica de primera,
pero huyes de cualquiera
que intente conquistarte.

A los veintiuno
me dijiste:
"que me querías como la primera vez"
y ahora recién entiendo lo que eso significa.


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