martes, 28 de noviembre de 2017

Me reinicias


Soy una persona solitaria,
un tanto apagada,
aburrida y madrugadora.

Amante de Sinatra,
al teatro y al café,
nada interesante.

Chica de rutina.

Estudiante de derecho,
buenas notas,
series y películas románticas.

Princesa de papá,
compañera incondicional de mamá,
hija única,
amiga de pocos.

Tú,
cuyo nombre conoce todo el mundo.

Tú,
de ruidos a las cuatro de la mañana,
al trago fuerte con hielo,
al rock en español,
a la multitud los viernes noche.

Tú,
un desastre al volante,
imprudencia por sobre todas las cosas,
impaciencia,
y mal humor.

Tú,
dueño del mundo.

Y vienes,
a convertirme en nómada,
en mochilera,
en capaz de recorrer el mundo en ochenta días,
solo si es de tu mano.

Vienes,
para enseñarme a bailar al ritmo del viento,
a escuchar el silencio,
a disfrutar de los atardeceres,
y de un buen vino.

Ahora,
todos mis switch están en "on",
mis responsabilidades en modo: pausa,
y mis ganas de quedarme contigo en su máximo nivel.

Eres como esa descarga eléctrica,
que te deja en estado de inconsciencia por un rato,
solo para agarrar más fuerza,
y empezar a vivir,
a vivir,
como si hubiera estado dormida todo este tiempo,
hasta hoy.

Llegas a indicarme que la vida,
también se trata de romper un poco las reglas,
de desafiar a la muerte,
y de reírnos de aquello.

Es como si todo este tiempo hubiera estado riéndome a medias,
queriendo de a mentiras,
viviendo de a poco,
y que tú llegaras a darle la vuelta a todo.

Me reinicias.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Imperfecto.


Yo no hablaré de girasoles,
ni de cortejos a media tarde,
ni de las palabras exactas,
en el momento preciso,
escuchando la canción perfecta,
como cualquier filme estadounidense
lleno de clichés,
arcoiris,
y mariposas.

Les contaré de las veces que me sacas de quicio,
por nunca saber a dónde quieres ir,
de tu afición por las fiestas,
cuando yo prefiero quedarme en casa.

De tu manía de fumar cuando estás nervioso,
de tus malas palabras viendo un partido de fútbol,
de que nunca quieras ir al teatro,
o de que te niegues a leer poesía
de todas esas cosas que a veces no soporto.

Tus ronquidos,
tu poca paciencia hacia los niños,
que no te gusten los gatos,
tus alergias,
y de que siempre seas un adefesioso a la hora de comer.

Les hablaré de todo lo que no aguanto
de todas esas ocasiones en las que he querido matarte,
de las peleas,
de los desacuerdos.

Porque no,
porque no siempre te quiero,
porque no siempre sonrío cuando estás a mi lado,
porque no siempre es perfecto

Les contaré que nunca es un cuento de hadas,
que no todo son risas,
ni canciones de Ed Sheeran,
pero lo vale,
que tú siempre lo vales.

Porque yo a ti,
te quiero hasta con tus defectos.

Porque a pesar de todo,
yo regreso a ti,
a ti,
y a cada uno de tus errores.

domingo, 19 de noviembre de 2017

No sé querer.


No sé querer,
hago parecer que así es,
porque siempre me he caracterizado de ser de aquellas
que hablan de amor,
porque no creen saber más que de eso.

Pero no sé querer.

Soy una romántica sin remedio,
siempre he preferido las películas de amor,
los poemas que te sacan ciertas lágrimas,
Alborán siempre es lo primero en sonar en mis mañanas,
y así;
yo amo demasiado el amor.

Pero,
no sé querer.

No se si me entiendes,
que me gusta el amor
cuando se encuentra muy lejos de mí,
me aterra la idea de que se acerque mucho.

Para mí,
es más fácil correr en dirección opuesta,
antes que decir:
"bien, me voy arriesgar"

No puedo,
lo siento.

Pero es que no sé querer,
y tú tienes toda la cara de querer hacerlo.

Siento tanto estar jodida y no tener ninguna razón
por la cual estarlo,
pero así es.

No cariño,
no me han hecho daño,
no tengo el corazón roto,
lo mío es mucho más complicado que eso.

Tengo miedo,
tengo tantísimo miedo.

Me dirás que no debo tenerlo,
que tú no pudieras hacerme daño,
que a una carita como la mía
no se la puede apuñalar.

Dirás eso,
porque,
ya me lo han dicho;
porque me han ofrecido 20 poemas de amor,
y una canción desesperada,
en bandeja de plata.

Me ofrecían calma,
paz,
y calor.

Cuando eso,
yo ya lo tenía,
estando sola.

Pero tú,
a diferencia de los demás
has jurado que he de ser yo,
la que aclamará a tu puerta.

Dijiste:
"está bien, pero a partir de hoy,
no vas a poder vivir sin mí."

Mira tú,
que estoy a punto de creerte

No sé querer,
¿me enseñas?

domingo, 12 de noviembre de 2017

Quería.


Quería que me dijeras: "quédate"
cuando dije que me iría,
porque no lograba comprenderte.

Quería una llamada,
un: "te echo de menos".

Quería Alborán,
Drexler,
Morrison,
Medrano,
sonando de fondo,
un domingo cualquiera.

Quería lunas llenas,
paseos interminables,
quería tu sonrisa por las mañanas,
por las tardes,
y las noches,
y los años bisiestos,
y los 365 días de mi vida.

Quería Noruega,
Suiza,
Brasil;
y todos esos planes absurdos
que hacíamos
como si fuéramos dos niños,
con toda la vida por delante.

Quería auroras boreales,
estrellas fugaces,
tréboles de cuatro hojas,
solo por el simple hecho de burlarme de la suerte,
al tenerte a ti,
como mi amuleto preferido.

Quería conciertos,
obras de teatro,
ferias de libros,
y cualquier excusa para tomar tu mano,
y presumirte con todos por la ciudad.

Quería que me dijeras que estabas en el mismo lugar de siempre,
esperándome,
que habías comprado un par de cervezas,
y que guardabas una botella de vino en el carro,
por si estaba de humor.

Quería que me dijeras que estabas.

Quería,
ay,
yo te quería.

domingo, 5 de noviembre de 2017

No me acostumbro a ti.


Ya es mucho tiempo despertando con esa misma sonrisa,
agarrando esas mismas manos,
escuchando tu voz,
aguantando tus manías,
sorprendiéndome cada día,
de esa forma tan peculiar de pensar.

Tienes como mil personalidades,
cada una de ellas,
no se cansa de ser perfecta.

Resulta tan extraño,
que aún siga descubriendo cosas tuyas,
hace unas semanas me enteré que sabías cantar,
que de niño tocabas la guitarra,
que no duermes con almohadas,
y que sueles tener pesadillas muy extrañas.

Y no me acostumbro a ti.

Cuando estoy a punto de entenderte,
de descifrar todos tus secretos,
tú de repente me cambias la jugada,
y a veces no sé si gano o pierdo,
pero entonces te veo a lado mío,
con esa cara de niño travieso,
y nada parece estar mal.

Magia.

Y no me acostumbro a ti.

Imposible hacerlo,
si a mí esto del amor
siempre se me ha dado fatal,
sí he dicho amor,
creo que ninguna palabra cabe de manera más perfecta,
a esa manía tuya
de querer cuidarme incluso cuando estoy a salvo.

Después de tantos errores de una noche,
o de dos,
o de tres,
al final,
nadie se quedaba al amanecer;
imagínate lo que se siente que seas lo primero de ver al despertar.

Cómo acostumbrarme a los lunes de lasaña,
a los viernes de teatro,
a los domingos de sofá y películas;
cómo tenerte a mi lado,
sin pensar que ha sido producto de una broma,
o de algún pacto con el diablo.

Es que la soledad había sido una compañía incondicional,
durante ya varios años,
yo pensaba que ella era todo lo que necesitaba,
pero apareciste tú.

No me acostumbro a la suerte que supone tenerte conmigo,
a que de ahora en adelante
te cargue a ti
como mi trébol de cuatro hojas,
entiéndeme,
no me acostumbro a ser tan feliz.

Cuando el mundo se me antoja un tanto oscuro,
estás tú,
inventándote colores,
alumbrando todos esos rinconcitos que creía olvidados.