Quería que me dijeras: "quédate"
cuando dije que me iría,
porque no lograba comprenderte.
Quería una llamada,
un: "te echo de menos".
Quería Alborán,
Drexler,
Morrison,
Medrano,
sonando de fondo,
un domingo cualquiera.
Quería lunas llenas,
paseos interminables,
quería tu sonrisa por las mañanas,
por las tardes,
y las noches,
y los años bisiestos,
y los 365 días de mi vida.
Quería Noruega,
Suiza,
Brasil;
y todos esos planes absurdos
que hacíamos
como si fuéramos dos niños,
con toda la vida por delante.
Quería auroras boreales,
estrellas fugaces,
tréboles de cuatro hojas,
solo por el simple hecho de burlarme de la suerte,
al tenerte a ti,
como mi amuleto preferido.
Quería conciertos,
obras de teatro,
ferias de libros,
y cualquier excusa para tomar tu mano,
y presumirte con todos por la ciudad.
Quería que me dijeras que estabas en el mismo lugar de siempre,
esperándome,
que habías comprado un par de cervezas,
y que guardabas una botella de vino en el carro,
por si estaba de humor.
Quería que me dijeras que estabas.
Quería,
ay,
yo te quería.
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