-Sal, estoy afuera.
*Si vuelves hacer ese chiste idiota, de que me asome a la ventana cuando no has llegado,
te bloquearé.
-No vas a bloquearme.
*Sí lo haré.
-Sal, hace frío.
Llegaste,
con ganas de fiesta,
de cerveza,
de una vida llena de viernes.
Y tropezaste conmigo.
Con la niña de los libros,
de domingos,
de caminatas largas,
de días de sofá y series,
de playa, y mar.
De la niña que odia los lugares con mucha gente,
que escucha Vicente García en las noches,
y le gusta que la abracen por la espalda.
Tú,
que venías a sacarme de cama,
a que utilice ese vestido negro que tanto te gusta,
ahora prefieres abrazarte a mi cintura,
la comida en casa,
y la música a todo volumen retumbando en la sala.
*Tengo ganas de cocinar.
-Pero eres terrible cocinando.
*Pero tú no.
-Entonces iré a tu casa; cocinaré lasaña y dirás que la hiciste tú.
*Eres inteligente, ya llamé a las chicas, haré compras ¿quieres vino?
-Cavernet por favor.
Siempre fui muy crítica con quien dejaba entrar a mi vida,
y quien solo estorbaba en la puerta,
nunca fui de muchos amigos,
ni de relaciones largas,
ni nada por el estilo.
Me encantaba la soledad,
mi lugar en la casa,
mis libros tirados por doquier,
mis cervezas en la nevera,
y que nadie se atreviera a tocarlas.
El silencio de los sábados,
y que yo pudiera escribir hasta la madrugada.
Mi música,
mi comida,
mis días,
todo,
para mí.
Hasta que tú.
Y hasta ahí bailó mi soledad.
Entraste en mi vida de una manera tan cautelosa,
y me descubrí dejándote comida caliente,
comprando cosas que te gustan,
que tuvieras un cepillo en casa.
Cosas tan simples,
tan rutinarias,
que para mí aún representan un triunfo.
Siempre decía que era terrible en eso del amor,
pero estar contigo se me da bien.
*Odio dormir sola.
-Gaby recién se fue ayer.
*Lo sé, pero odio dormir sola.
-Es una indirecta para que vaya a dormir contigo ¿cierto?
*Eres lento.
-Y tú muy cruel, ya no tendrás quien te caliente los pies.
*No señor, sino iré yo.
-No es necesario, ya salgo.
Porque me quisiste así,
fría,
torpe y sin saber qué decir.
Porque no necesitas demostraciones efímeras,
porque solo me quieres a mí,
y todo lo que eso conlleva.
Porque me calientas las manos,
y me das tu abrigo,
porque pides que te arrugue la nariz,
me respiras cerquita,
me acurruco en tu pecho,
y eso,
ese momento justo,
se convierte en mi momento favorito del día.
De cualquier día.
Porque una vez unos niños pedían caridad,
y tú los invitaste a comer con nosotros,
porque acaricias perros en la calle,
y tienes un gato que yo amo.
Porque eres un hombre maravilloso.
Y aún no entiendo qué has visto tú en mi.
pero sea lo que sea,
no dejes de verme así nunca.
Y yo no sé qué hacer cuando me miras.
Porque sigo sin saber qué hacer cuando eres tú quien me mira.
-Te echo tantísimo de menos.
*Solo será un mes.
-Eso no fue lo que pensaste ayer cuando te echaste a llorar en el aeropuerto.
*Eso es porque estoy hormonal.
-¿Por qué no eres una novia normal y aceptar que me amas y me vas a extrañar
como una loca?
*Porque no es así.
-¿No me amas, ni me extrañas como loca?
*No tienes una novia normal, amor.
Siempre tuve tanto pavor de acostumbrarme a la presencia de alguien,
siempre manejé muy bien los adioses,
y nunca abrí la puerta a corazones rotos.
Pero tú puedes hacerlo,
cariño,
yo encantada me rompo el corazón por ti.
Porque después de repararlo,
te aseguro que el te susurraría,
gracias,
por todo.
-¿Cuándo vuelves?
*DIOOOS, TE LO HE DICHO MIL VECES, VIERNES ONCE DE LA NOCHE.
-Ok, pero no me grites.
*Es que siempre olvidas las cosas importantes.
-No las importantes.
-Ok, fue una broma; ¿se puede saber por qué no respondes?
*Estaba haciendo COSAS IMPORTANTES.
-Ya quiero verte, muero por verte.
*Igual, pero han sido unas merecidas vacaciones
-Quiero que me cuentes cada detalle de Europa.
*Precioso, pero Madrid no es lo mismo sin ti.
-Cariño, desde que tú estás; ni el parque de la esquina es lo mismo sin ti.
*Voy a tener que darte clases de romanticismo.
Porque me encantas así,
con cada detalle que olvidas,
que hayas aprendido a ser puntual
porque yo odio los minutos tarde,
que te rías cuando estoy estresada,
y de repente todo parece estar mejor.
Que no sea tu niña mimada,
sino la mujer que admiras y dejas volar,
y la miras,
y la aplaudes,
porque amas sus alas.
Y las cuidas y las besas.
Y eso,
eso es lo que más amo de ti.
-Te extraño
*Pero ya volví, nos vimos anoche.
-Pero igual te extraño; además no sé qué hacer con tanto libro ¿por qué no me compraste otra cosa?
*Creo que te odio un poco ¿cómo vas a decirme eso?
-Sabes que bromeo, yo amo la poesía.
*Eso es mentira.
-Bueno, pero te amo a ti.
*Lee aunque sea los poemas marcados.
-Ahora lo bueno me toca a mí;
porque has venido agarrando de la mano todo aquello a lo que yo tenía miedo:
a sentir con alguien todo lo que no sentí con nadie.
*Los has leído.
-Todos y siento unas ganas extrañas de llorar.
*Eso es lo que hace la poesía.
-¿Qué has hecho conmigo Alejandra? Me desconozco.
*Para mí, eres hermoso; es más creo que nunca te he amado tanto como ahora.
-¿Qué tanto?
*Digamos que si tú me pidieras que nos casáramos, me lo pensaría.
-Pero tú no crees en el matrimonio.
*Pero creo en ti.
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