sábado, 27 de junio de 2020

¿Te irías en paz?


Hoy me preguntaron: y si hoy fuera el fin del mundo
¿te irías en paz?
y yo respondí que sí.

De vuelta a casa,
no pude evitar darle mil vueltas a aquella pregunta,
porque bueno,
eso es lo que suelo hacer con todo.

Y he rememorado todo lo aprendido en estos años.

Y si en realidad eso es suficiente para pensar que lo he vivido todo.

Y he pensado,
lo he hecho mucho.

He recordado haber visto el amor más puro e incondicional
en los ojos de mi padre,
cuando se quedó conmigo cuidando mi brazo roto.

He conocido el miedo más atroz cuando una noche de rodillas
con lágrimas en los ojos
le pedía a Dios que no le pasara nada a mamá.

Me ha azotado la realidad cuando un sábado cualquiera antes de una fiesta,
a mis país lo azotó un terremoto y
me encontré dándolo todo por personas que no tenían nada.

He pasado de ser una niña mimada,
a una adulta con trabajo,
con deudas que pagar,
en una casa sola,
en medio de una pandemia
¿se imaginan?
porque a veces a mí,
me cuesta creerlo.

Y cuando volví a preguntarme si hoy se acabaría el mundo
¿me iría en paz?
también recordé todas mis relaciones fallidas,
mi amor de quinceañera,
mi primer beso,
y las noches en las que me escapaba de casa,
en cómo ese amor de primeriza me quebró entera al irse con alguien más,
en los amores de verano,
en esas sonrisas compartidas en medio de una fiesta,
cuando tienes un secreto con alguien y no puedes dejar de mirarlo,
en todas las veces que prefirieron otra risa por no elegir la mía,
en todas las noches en las que pensé:
si estaba haciendo algo mal;
y pensé en ti,
porque pensar en el amor,
es pensar en ti.

Y pensé en poesía,
en música,
en playa y cervezas,
en el sabor a sal,
pensé en las noches en las que dormíamos abrazados y tú susurrabas
cuentos sin sentido para que pudiera dormir,

Pensé en los viajes a Grecia,
a Madrid
que quedaron pendientes;
ese concierto de Coldplay,
y que me enseñaras a tocar la guitarra;
pensé en que por primera vez
puedo decir que no lo hicimos mal,
que cuidamos y alimentamos ese amor hasta donde pudimos,
que lo soltamos a tiempo,
antes que un día;
sin darnos cuenta ya no pudiéramos mirarnos a los ojos,
aún puedo sonreír cuando te veo,
y doy gracias a la vida,
por eso.

Me hace falta,
eso,
de amar a alguien la mitad de lo que te ame a ti,
de volver a bailar Ed Sheeran en el patio
de tener alguien que me caliente los pies,
que la casa vuelva a oler a café en las mañanas,
que haya vino todas las noches.

Que esté ahí cuando el mundo me pesa.

Me falta mirar,
mirar a alguien como se observa al mar por primera vez,
escuchar a alguien
como se escucha tu canción favorita en la radio,
amar,
con todo el alma.

Me falta eso,
perder la cabeza por alguien que no seas tú.

Así que no,
el mundo no se puede acabar aún.

jueves, 25 de junio de 2020

I will try to fix you.

Estaba enamorada,
lo estaba.

Lo supe aquella noche cuando tu antes de colgar preguntaste:
si tenía algo que contarte,
y yo pensé: no nada interesante, solo creo que te amo.

Te amaba,
lo hacía.

Aún no estoy segura de muchas cosas,
a mi el amor,
no se me da bien;
aún no entiendo por qué un día eras el centro de todo,
y al otro,
de repente,
me costaba sostenerte,
sostenernos.

Y te solté,
pero quien se cayó,
y se dañó,
fui yo.

Te amaba,
con todo el alma.

Lo sé ahora,
porque solo la idea de querer a alguien la mitad de lo que te quise,
me asusta,
y me asusta un montón.

La cabeza seguía dándome vueltas:
por qué, cuándo, cómo;
¿volverás?
¿lo harás?

Y hace meses juro
que si tocabas la puerta,
te hubiera abierto,
de par en par,
destaparía el corcho de mi vino favorito,
y te recitaría nuestro poema de amor.

Estarías aquí,
ocupando esta casa que ahora es tan inmensa,
y prepararíamos el desayuno juntos,
y seríamos como una pareja de recién casados en esta cuarentena.

Serías mi eterna luna de miel.

Tú.

Lo entiendes;
un día,
de la nada,
como si de repente la puerta se cerrara de golpe,
y temblara toda la casa.

Te sacudiera completa y te dieras cuenta,
que para querer,
hace falta dos personas,
que no tiene sentido que yo te espere,
cuando fuiste tú,
el que un día empacó todo,
y se llevó mi luna entre sus cosas.

No tiene sentido esperarte,
porque sigo enamorada de risas de hace un año,
de promesas que caducaron,
de camisas que ya no huelen a ti.

Entonces decido acostarme,
y ver cómo todo lo que construimos un día,
se desmorona,
se cae,
y se hace trizas,
y suena: Fix you,
me susurro:
que me voy arreglar,
a repararme desde cero,
total,
no será la primera vez.

Me estoy quedando preciosa.

Y tú eres el responsable.

Gracias.



sábado, 20 de junio de 2020

Tómalo o déjalo.


Podría decirte que voy a necesitarte toda la vida,
podría escribirte mensajes todos los días,
ir por ti a la salida del trabajo.

Podría comprarte aquel encendedor que mueres por tener,
para alimentar tu absurdo vicio de fumar.

Podría decirte que sí a todos los planes que tienes,
a todos los viajes,
a todas las fiestas.

Podría escribirte poemas de lunes a viernes,
decirte que sin ti,
mi mundo deja de girar.

Podría decirte que la vida es más bonita desde que estás,
que ahora todo tiene sentido,
y que el sol por fin alumbra mi ventana.

Pero  la verdad es que yo ya bailaba antes que llegarás tú a la pista.

Yo ya vivía,
ya sonreía,
ya escribía.

Yo ya era yo,
antes de ti.

Mi vida ya tenía un rumbo,
ya tenía sonrisas,
canciones,
soles,
lunas
y miles de estrellas,
sin ti.

No contesto llamadas,
ni mensajes,
no me gusta la palabrería,
ni los aniversarios.

A mi dime que pasas por mi,
y nos vamos a conquistar el mundo,
te juro que yo encantada llevo las cervezas.

No me gustan los quizás,
ni los tal vez,
háblame de lo que quieres,
de tus certezas,
de tus planes a futuro,
dime que me ves ahí.

A mi el romance no se me da,
pero te juro que si vienes esta noche
te hago un rinconcito en mi cama,
y en mi vida.

Tal vez,
lo podríamos negociar.

Tómalo,
o déjalo.

viernes, 12 de junio de 2020

Chiquitita.

Hoy me siento chiquitita,
como una nena de cinco años
a la que su mamá esta viendo a unos metros de distancia
pero ella se siente perdida.

Hoy tengo ganas de llorar abrazada a papá,
y no está,
y lo echo tanto de menos.

Últimamente siento que todo sale mal.

Quiero dejar de hacerme la valiente,
de fingir ser fuerte,
cuando solo quiero caerme,
 acostarme en el suelo,
ver todo desde abajo y descansar un rato.

Mi mundo pesa demasiado.

Eso no significa que me estoy rindiendo ¿verdad?

Quiero que el mundo pare de girar,
estoy mareada.

No consigo sostenerme sin que mis piernas tiemblen,
y levantarme de la cama a veces significa un esfuerzo sobrehumano,
quiero bajar los brazos,
y no puedo.

Quiero que esta noche,
después de tres meses de no tener a nadie,
venga alguien y me abrace por la espalda,
me caliente los pies,
y me diga: que soy muy fuerte,
que llorar también es de valientes.

Quiero dejar de sentirme tan rota,
aunque sea un sábado por la noche,
con un vino en mano,
y estar orgullosa de lo que he conseguido todo este tiempo.

Pero siento que no puedo,
que no.

viernes, 5 de junio de 2020

911.


Tu número en marcador rápido,
en miles de notas,
en la hoja al final de mi libro favorito,
rayado a lado de nuestro poema,
con un corazón al inicio.

Cuando te fuiste,
y en serio lo hiciste,
intenté borrar todo aquello que podía atarme a ti.

Lo conseguí,
fotos,
poemarios,
cartas,
aquella camisa azul que te dejaste un día en casa,
aquel encendedor que creíste perder en mi cumpleaños 23.

Todo,
se fue.

Excepto tu número,
aquel terminado en dos.

No pude.

Lo intenté.

En serio.

Pero es que me aterraba la idea de perderte del todo,
de que un día,
el mundo se me cayera a pedazos,
y al tocar tu puerta,
no seas tú,
el que me abra.

Suena egoísta,
pero es que no imagino la vida sin ti.

Que un día te vayas,
y no pueda seguir tu camino.

A veces siento que siempre voy a necesitarte,
y que cargues conmigo el mundo
que últimamente se me antoja tan pesado.

Y lo siento,
en serio lo siento,
si aquel viernes en el que te llevaste todo
pensabas nunca más volver.

Y entendería que así fuera.

Pero si después de cinco años,
te llamara
y te dijera que he encontrado al amor de mi vida,
que he dejado el café
y que he comprado el poemario número 100 de mi colección
¿contestarías?
¿te alegrarías por mi?
porque yo lo haría,
sin duda.

Quiero verte siempre feliz.

Y si fuera conmigo,
te juro que no me molestaría.

Eres mi llamada de emergencia,
lo fuiste desde el primer día que cruzaste mi puerta tocando la guitarra,
y lo sigues siendo ahora,
ahora que llevo dos años sin saber de ti.

Aún quiero que un día cualquiera
puedas recordar mi número,
y sin necesidad de ninguna introducción
respondas:
eres tú,
siempre has sido tú.