Hoy me preguntaron: y si hoy fuera el fin del mundo
¿te irías en paz?
y yo respondí que sí.
De vuelta a casa,
no pude evitar darle mil vueltas a aquella pregunta,
porque bueno,
eso es lo que suelo hacer con todo.
Y he rememorado todo lo aprendido en estos años.
Y si en realidad eso es suficiente para pensar que lo he vivido todo.
Y he pensado,
lo he hecho mucho.
He recordado haber visto el amor más puro e incondicional
en los ojos de mi padre,
cuando se quedó conmigo cuidando mi brazo roto.
He conocido el miedo más atroz cuando una noche de rodillas
con lágrimas en los ojos
le pedía a Dios que no le pasara nada a mamá.
Me ha azotado la realidad cuando un sábado cualquiera antes de una fiesta,
a mis país lo azotó un terremoto y
me encontré dándolo todo por personas que no tenían nada.
He pasado de ser una niña mimada,
a una adulta con trabajo,
con deudas que pagar,
en una casa sola,
en medio de una pandemia
¿se imaginan?
porque a veces a mí,
me cuesta creerlo.
Y cuando volví a preguntarme si hoy se acabaría el mundo
¿me iría en paz?
también recordé todas mis relaciones fallidas,
mi amor de quinceañera,
mi primer beso,
y las noches en las que me escapaba de casa,
en cómo ese amor de primeriza me quebró entera al irse con alguien más,
en los amores de verano,
en esas sonrisas compartidas en medio de una fiesta,
cuando tienes un secreto con alguien y no puedes dejar de mirarlo,
en todas las veces que prefirieron otra risa por no elegir la mía,
en todas las noches en las que pensé:
si estaba haciendo algo mal;
y pensé en ti,
porque pensar en el amor,
es pensar en ti.
Y pensé en poesía,
en música,
en playa y cervezas,
en el sabor a sal,
pensé en las noches en las que dormíamos abrazados y tú susurrabas
cuentos sin sentido para que pudiera dormir,
Pensé en los viajes a Grecia,
a Madrid
que quedaron pendientes;
ese concierto de Coldplay,
y que me enseñaras a tocar la guitarra;
pensé en que por primera vez
puedo decir que no lo hicimos mal,
que cuidamos y alimentamos ese amor hasta donde pudimos,
que lo soltamos a tiempo,
antes que un día;
sin darnos cuenta ya no pudiéramos mirarnos a los ojos,
aún puedo sonreír cuando te veo,
y doy gracias a la vida,
por eso.
Me hace falta,
eso,
de amar a alguien la mitad de lo que te ame a ti,
de volver a bailar Ed Sheeran en el patio
de tener alguien que me caliente los pies,
que la casa vuelva a oler a café en las mañanas,
que haya vino todas las noches.
Que esté ahí cuando el mundo me pesa.
Me falta mirar,
mirar a alguien como se observa al mar por primera vez,
escuchar a alguien
como se escucha tu canción favorita en la radio,
amar,
con todo el alma.
Me falta eso,
perder la cabeza por alguien que no seas tú.
Así que no,
el mundo no se puede acabar aún.
No te detengas !
ResponderBorrarPodría decirte tantas cosas...
pero si te fijas en la forma que yo leo , cada verso tuyo
ya deberías
saberlo todo.
(De un admirador de tu blog :) )