domingo, 28 de febrero de 2016

Hogar dulce hogar




He vuelto abrazar a mi hermano después de varios meses,
he vuelto a recitar el poema que me enseñó mi abuela cuando tenía diez años,
he vuelto a escribir sobre la felicidad.

He vuelto.

He llegado hace un par de horas y la casa ya huele a parrillada y a cerveza,
mamá no deja de gritar que suelte el teléfono y que arregle mi cuarto,
papa ha dicho que por fin estamos completos,
y yo me siento así: entera,
y hace tanto que no ocurría; y ¡qué bonito!

Esmeraldas me absorbe la tristeza de tal manera que a veces pienso que no existe otro gesto que no sea sonreír,
supongo que hay lugares que se convierten en hogar por el simple hecho de albergar personas que te hacen sentir en casa.

No se; estoy y soy feliz, ya está.


domingo, 21 de febrero de 2016

Caídas


No se desde cuando estar colgada en tus precipicios se volvió como una adicción para mí,
esa manía de ponerme como una imbécil dispuesta a que le dispararas directo al pecho,
sin posibilidad de sobrevivir.

Ojalá fueran verdad todas esas palabras que me regalaste,
todas esas veces que endulzaste lo amargo de mi sonrisa.

Ojalá pudiera quitarme de la cabeza esa risa tuya que no pudiste contener
cuando yo intentaba mantener el equilibrio después de varios shots de tequila,
ojalá pudiera olvidar esta resaca que me ha dejado tu partida
y que algunos días aún me tiene mareada.

Que tengo guardada en una cajita el ticket del cine de esa película que no vimos un carajo,
el poema que te escribí en una servilleta mientras tú pagabas la cuenta en nuestra primera cita,
el libro que te obligue a leer,
y el atardecer en la playa que nunca vimos.


No sé, hicimos tantos planes; bueno hice;
que ahora solo puedo pensar en lo estupida que fui
por pensar que merecías todas esas excusas para poder abrazarte una vez más.

Creí que todo este cariño podría con todo,
limpiar el desastre que era tu corazón
y sanarte todas las heridas con unos cuantos besos de más;
pero ahora que te veo a los ojos, me doy cuenta que mis peores enemigos no eran mi orgullo,
mis muros o tu maldito pasado,
que yo no puedo salvarte porque a ti no te da la puta gana de salir de esos vicios que te remontan a años pasados,
que eres tú mismo el que se dispara y se niega a tirar el arma.

Que tus veintitantos años no te han enseñado un carajo de cómo vivir,
sino de cómo hacer daño al resto para que no te lastimen a ti;
y como víctima has elegido a alguien que lo único que quería era dedicarte un par de versos
¡qué estupida!

Solía pensar que sin ti yo perdería el rumbo,
que si te demostraba que alguien te quería tú podrías aprender a vivir,
que te podría enseñar que el amor de los libros, de las películas, sí que existe solo si le das una oportunidad, una sola.

No te pedí que no huyeras,
porque supe que de todas formas lo harías,
así que salí de mis escombros para verte partir,
y borrar todas esas pisadas,
para que no haya ni una pizca de esperanza de que recuerdes el camino a mis brazos

Ahora soy yo la que apaga las luces, cierro las puertas y ventanas, mantengo la cabeza alta
y salgo a bailar con la esperanza de borrar tus recuerdos en una noche de borrachera.

Y me voy, pero esta vez cariño hazme un último favor; no me pidas que vuelva.

domingo, 14 de febrero de 2016

No estás solo, cariño


Cielo; escúchame: no estás solo

Deja esa puta manía tuya de querer hacer feliz a los demás,
entiende cielo; que es tu sonrisa la que me tiene intentando ser poeta,
y que por culpa de esa curva que se desdibuja en tus labios,
hasta los versos me parecen poca cosa.

Y claro que las cosas podrían ir mejor,
si tan solo derribaras esos muros que las personas te obligaron a construir,
que la felicidad está a la vuelta de tu esquina,
pero tu prefieres quedarte en el bar de la otra cuadra,
para contarle a todos lo infeliz que eres desde que ella se marchó.

Date una oportunidad,
no conmigo, no con ella, no con nadie;
contigo,
sé feliz contigo,
porque créeme que eres de esas personas que lo valen,
que valen cada abrazo, cada beso, cada "yo a él, no quiero perderlo",
lo vales.

Mira yo no tengo idea de escribir,
y esto de las palabras se me dan fatal;
no soy quien para juzgarte,
pero creo que no deberías sufrir más,
porque no te lo mereces.

martes, 9 de febrero de 2016

Reproches.


He acabado un libro sobre una chica que es maltratada en los patios de su colegio,
al final del libro; como epílogo asomó su carta de suicidio,
agradeciendo a todos los responsables de ese acto.

Mi mamá entró en mi cuarto y me preguntó que ahora por qué lloraba,
le conté la historia de esa pobre chica,
y de mi indignación de saber que esto no es una historia ficticia;
que ocurre a diario; y que las personas no hacen nada por detenerlo;
después de que mi mamá me consolara, yo solo atiné a decirle: la sociedad es una mierda,
y ella me respondió: así es, y eso también es nuestra culpa.

Esas palabras me han estado rondando por la cabeza, y he decidido escribir esto:
un reproche, un grito a esas personas: aquellas que se pasan quejando y opinando;
y no hacen absolutamente nada al respecto,
déjenme decirles algo: que aquellos que ven lanzar la piedra sin objetar, son igual de culpables que los que la avientan.

Escribo desde la tristeza que me ha provocado escuchar What a wonderful world,
y pensar que todo lo que nos dice Louis Armstrong es una vil mentira.

Gritamos a la televisión, reímos con nuestros celulares, y le contamos nuestros secretos a una computadora, e ignoramos a los que nos rodean,
nos refugiamos en redes que dejaron de ser sociales hace mucho tiempo, para convertirse en trampas que nos tienen como prisioneros a todos.

Niños que juegan a ser adultos, cobardes que creen ser valientes, ignorantes que repiten opiniones de algún sitio del internet y se creen los próximos presidentes de la República.

Tú, si tú; el que critica la política, el que está a favor o en contra de la adopción de los homosexuales, el que cita a filósofos en sus conversaciones, el que se cree "diferente" por estar al tanto de los acontecimientos del mundo, a parte de revisar twitter ¿que es lo que haces cuando llegas a casa?

Es que estoy harta de tanto escuchar el adjetivo "joven" para justificar tanta rebeldía, tanto egoísmo;
que no es la edad para preocuparnos del mundo; y entonces ¿cuándo?
y bien, si quieres seguir con la venda en los ojos, viviendo en esa ciudad de papel que tú mismo construiste; hazlo, pero mantén la boca cerrada cuando afuera de tu burbuja el mundo entero explote; porque eso a ti no te compete.

Hoy no me importa; hoy les digo: SE PUEDEN IR TODOS A LA MIERDA;
a esos que esconden sus ideales por no ser parecidos a los del resto, 
a esos que no salen de sus casas los viernes 13,
a esos que tienen tanto miedo de que los vuelvan a lastimar y por eso dañan al resto
COBARDES
esos, esos que se peguen de inmediato un tiro en la sien, y que no jodan más
porque la vida no se hizo para eso
se hizo para cuestionar, para nunca estar de acuerdo;
y salir de nuestras camas para que el mundo sepa que nosotros también podemos gritar;
se hizo para amar, para rompernos el corazón, y para aprender como repararlo;
la vida se hizo para muchas otras cosas; y estar de brazos cruzados no es una de esas.




jueves, 4 de febrero de 2016

Cicatrices.

Que no te hagas tatuajes porque va a doler,
que eso lo usan las personas indecentes,
que de viejo se verán arrugados,
que te vas a arrepentir;
y un sinnúmero de estupideces más.

Pero nadie habla de las cicatrices que van a durarnos vida y media,
aquellas que nosotros no vimos venir,
aquellas que fueron hechas con el filo de un cuchillo,
sostenido por la persona por la cual nos  hubiéramos arrojado desde un quinto piso,
si así él lo quisiera;
pero de esas marcas, de esas nadie dice nada.

Y mejor así, porque te prometo que con el tiempo,
nadie se acuerda del dolor.

Recordamos haber aprendido andar en bicicleta,
y la hermosa sonrisa de nuestro padre cuando por fin llegamos a la meta,
pero no cuánto nos dolió los raspones en las rodillas.

Nos olvidamos de en cuántos pedazos es capaz de romperse nuestro corazón,
y nos convencemos día a día lo expertos que somos construyendo muros,
que a la final no sirven de un carajo;
porque ahi estamos, comos unos perfectos cojudos entregando el corazón en bandeja de plata

Así que cariño, hazte los tatuajes que se te venga en gana;
quiere,
equivócate,
y vuelve a intentarlo;
que ya estaré yo para saldar tus cuentas con el cielo;
entrega el corazón y deja que te lo hagan mil pedazos,
que yo te prometo que llegara alguien que te lo deje intacto;
déjate la piel marcada,
para que de viejo podamos sonreírle a nuestras cicatrices,
porque años pasados nos equivocamos tanto y tan bonito,
que como premio tenemos esas hermosas manchas de guerra.