Nuestros caminos estaban destinados hace mucho tiempo ya,
y pasamos de largo.
No nos detuvimos a mirarnos a los ojos,
de ser así,
yo estuviera contando otra historia.
Sabíamos nuestros nombres a la perfección,
y caminábamos a lado del otro
sin ser conscientes,
que nuestro acierto,
estaba a centímetros nuestro.
Y nos equivocamos tantísimas veces,
y nos rompimos el corazón,
y ahora,
con tantos años encima,
con errores que nos siguen cobrando factura,
nos decidimos por fin,
mirarnos a los ojos.
Para darnos cuenta
que nunca es demasiado tarde,
cuando se trata de nosotros.
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