jueves, 28 de mayo de 2020

Independencia, eso dicen.


Alarma a las seis de la mañana,
mensaje de mi jefe,
mucho trabajo.

Cocinar,
pagar deudas,
la tesis,
trabajo
y más trabajo.

Insomnio,
cervezas en la nevera,
cama sola,
noches eternas.

Había creído que siempre iba a necesitar un hombro
que me sostuviera,
alguien que cargara conmigo el mundo
que parecía aplastarme.

Creía que los poemas tenían más sentido
cuando escribía acerca de alguien,
de encuentros fortuitos,
o de aquella vez que solo necesitamos una guitarra
para hacer de mi sala,
todo un concierto.

Creí que siempre es mejor de a dos.

Ahora me encuentro en una casa en donde mi única compañía
es aquella canción que dejaste sonando
la última vez que volviste,
tu carta sin acabar,
y tu olor por el armario.

Tus 101 poemarios,
tu reloj dañado,
y el olor a cigarrillo,

Hoy me ha dado ganas de gritar,
de no pararme de la cama,
y he pensado en ti,
como siempre.

Tu número sigue en marcador rápido,
mi llamada de emergencia,
mi túnel de salida.

Sé que puedo sola,
lo sé,
pero te quiero,
aquí,
conmigo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario