Me han preguntado por ti,
como siempre.
Y entre copa y copa hemos recordado años pasados,
que el primer amor a los quince,
la primera borrachera a los dieciséis,
recuerdos que se me antojan de otra vida.
Y me contaron de ti,
de tu vida,
que tienes un nuevo amor,
que adoptaste un perro,
y te mudaste de departamento.
Y entre copa y copa hablamos de mi vida,
de como todo parece tener sentido ahora,
de mi viaje a Madrid,
de mis entrevistas de trabajo,
de que por fin, siento que mis sueños los toco con las manos.
Me dijeron que ibas en serio con ella,
que hablaban de hijos,
de viajes juntos,
que te veían feliz.
Y entre copa y copa les conté que la vida es mejor de uno,
que no quería compartirla con nadie,
que me acostumbré a dormir sola,
a tomar vino,
a bailar en la sala,
que ya no me hacías falta.
¿Y si se casa?
¿no te importaría?
Pues me emborracharía unos tres días seguidos,
y después seguiría,
adelante,
como siempre
-respondí-
Y al día siguiente,
cuando la cabeza pesa,
y solo te queda la mala noche de ayer,
pensé en ti,
y en la última pregunta de la noche.
Y cuál es la respuesta correcta a semejante tontería:
¿Qué le dirías hoy, al amor de tu vida,
si se casa mañana,
con el amor de su vida?
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