últimamente no nos llevamos muy bien,
ella incumplió con un pacto que teníamos.
Nos prometimos no interferir en nuestros planes,
no aparecer de improvisto,
y por supuesto no durar más del tiempo establecido.
La muy canalla me jugó una mala pasada.
Pero he aprendido cosas valiosas de ella,
y he querido escribirlas por si un día me olvido.
He aprendido que hay cosas que no podemos controlar,
así queramos,
así pensemos que todo puede bailar a nuestro ritmo,
a veces no.
Es necesario parar,
perdonarte,
aceptar que no puedes con todo.
Nos metieron en la cabeza,
que siempre hay que luchar
y agarrarse con fuerza de aquello que queremos,
pero no siempre es así ,
a veces la batalla se gana,
no peleando.
Ahora se que prefiero paz,
antes de un cúmulo de victorias ganadas.
Entendí también que en esta vida uno debe aprender a levantarse solo,
y eso no es malo,
no es que no tenga amigos que valgan la pena,
o familia que vive y mata por mi,
es que hay simplemente cosas que ellos no entenderían ni porque se las explicara,
solo yo,
solo yo las sé.
Solo yo he memorizado el preciso instante en el que todo se apaga,
y empiezo a llorar,
y pasa el tiempo,
diez minutos,
treinta minutos,
y descubres que han pasado casi dos horas y tu no has podido pararte porque las lágrimas no parecen cesar,
te ves al espejo,
te secas con cuidado,
con miedo de lastimarte,
como si pudieras estar más rota.
Entonces te levantas,
y te preparas algo de comer,
así no tengas hambre,
porque sabes que es lo que debes hacer,
y lees tu libro favorito,
y pones aquella canción que escuchabas en vacaciones cuando eras feliz.
Y te prometes que vas a cuidarte más,
y mejor,
porque aunque no puedas detener la tormenta,
eres la única capaz de encontrar calma después de esta lluvia torrencial.
Se que las cosas van a ir mejor,
lo se,
solo que no tengo idea cuándo.
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