Irónicamente todo empezó un jueves por la tarde,
cuando mamá llamó a que le ayudara con la comida,
yo siempre he sido un desastre en eso;
y después de varios intentos,
mi mamá entre risas dijo:
"mejor, prepara la mesa".
Después de tantas risas en el comedor,
mientras mi papá ponía a cada rato
la misma canción de Miguel Bosé que tanto le gusta,
yo subí a mi habitación y escribí entre mis notas:
"estoy y soy feliz, ya está".
Desde ahí,
cada lágrima,
cada risa,
cada ataque de ira,
lleva impresa una frase.
Luego crecí,
y las letras se volvieron más fáciles de hacer,
pero más difíciles de entender.
Crecí,
y ahora cada palabra que retrato
es un salvavidas para no ahogarme.
Esta soy yo,
sin poses,
sin disfraces,
sin mi manía de querer hacerme la fuerte.
¿Que por qué escribo?
Porque caso contrario,
lloraría mucho.
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