miércoles, 28 de noviembre de 2018

Noviembre.



El año ha sido una mierda.

Se fueron personas,
que daba por sentado que estarían siempre;
malas notas,
corazones rotos,
lágrimas silenciosas,
canciones tristes.

Y el libro,
el libro sigue siendo un sueño,
a veces,
cada vez más lejos.

Lunes eternos,
martes sin cerveza,
y no más conciertos en la ducha.

Cuando parece que algo va a ocurrir,
y decir que uno de los 365 días ha valido la pena,
las luces se vuelven apagar,
y todo en silencio de nuevo.

Hoy ha sido otro
"no ha sido mi día"
uno de tantos de este 2018.

Pero he llegado a casa y he usado el marcador rápido,
y a los seis segundos estaba escuchando tu voz,
todo paz,
todo para mejor,
todo,
cuando estás.

Y me he olvidado que ha sido un mal día,
un semestre horrible,
y un año que no ha valido la pena.

Me he olvidado,
porque has dicho que vuelves pronto a casa.

Papá lo hace todo más fácil,
siempre.

Entonces el 2018 se vuelve el mejor año de todos.

Porque él está,
siempre,
y me sigue comprando libros.

La de la sonrisa bonita
-dices-
es que con él a mi lado,
me lo hace tan fácil.

viernes, 23 de noviembre de 2018

Cosas sin mucho sentido.


Hubo feria de libros,
black friday en mi librería favorita,
deberías ver mi escritorio,
a mamá le va a dar un infarto.

He leído,
un montón.

No puedo beber,
por un mes,
cirugía,
ya sabes.

¿Te imaginas?
Un mes sin cerveza,
voy para loca.

Acabé mi contrato,
firmo otro,
el año que viene.

Todo bien por aquí,
¿por allá?

No lo sé,
es muy extraño que hubo días en los que lo sabías todo,
y hoy,
pues,
hoy no sabes qué hago un maldito viernes por la noche,
y estoy aquí,
escribiendo esto sin sentido.

Un poco sola,
un tanto feliz,
y un poco nostálgica.

He abierto un libro al azar,
y ha salido tu poema,
nuestro,
tuyo,
lo que sea,
da igual.

Estoy bien,
que no estoy brincando en un pie,
porque ambos sabemos que el equilibrio no fue cosa mía,
pero que estoy bien.

Solo que he puesto en modo aleatorio mi playlist,
y ha sonado tu canción favorita,
y todo a la mierda.

Ojalá hubiera sido distinto.

No lo sé un adiós
que valiera la pena,
ya sabes
cuando en la última página del libro
de repente pasa algo que te deja en el limbo,
y aunque no hay segunda entrega,
en tu cabeza,
los protagonistas están juntos.

Hay cosas que no se pueden cambiar,
y no pretendo eso tampoco,
solo que hoy,
alguien ha dicho tu nombre,
y pues nada,
que estoy escribiendo esto.

Tranquilo que estoy bien,
y espero tú también lo estés.

Llevaba días sin pensarte,
pero ha sonado tu canción favorita 
y todo a la puta mierda.

Mi esquina doblada,
ese libro que me empeño en abrir buscándole otro final,
porque debería haberlo,
debería haber otro final.




domingo, 18 de noviembre de 2018

Noche de estrellas.


Tal vez,
simplemente no eres tú,
ni el,
no son ustedes.

O tal vez en otro momento.

-dicen-

Que no depende de nosotros.

Y entonces ¿de quién?

Pero si nos queremos,
y lo hacemos tanto,
siempre,
todo el tiempo.

¿Y si pintamos la luna
y la hacemos llena por todos estos días?

¿Y si esto no está escrito
lo dibujamos nosotros?

¿Y si no es nuestro momento,
adelantamos el reloj,
y nos vamos cuando sí lo sea?

Que nadie me diga que no eres para mí,
si esa risa me suena conocida,
y si en otra vida ya no te pude tener,
en esta,
de seguro que no te me escapas.

Yo sé que soy para ti,
falta que tú creas que eres para mí,
y esta vida es nuestra cariño,
te juro que es nuestra.

Sé que te quiero.

Que sí,
la vida ha sido una mierda,
nos han partido tanto el corazón
que es casi imposible creer que alguien no lo hará,
una vez más.

Pero yo sé que es estar roto
¿crees que quisiera que lo vuelvas a estar?
¿en serio lo crees?

Porque me vale el destino,
y empiezo a creer en las estrellas
si me dicen que al final de ellas,
estás tú,
esperándome.

Te quiero,
y no voy a negarlo,
sé que podemos estar juntos,
falta que tú lo creas,
y lo quieras.


martes, 13 de noviembre de 2018

Daño colateral.


Nunca me gustaron mis dientes chuecos,
detesto mi sonrisa,
y por eso siempre la cubro cuando río.

No me agrada mi perfil,
y por eso evito las fotos.

No me gusta mi caminar,
me caigo muy a menudo y siempre pierdo algo.

Detesto mi manía de querer llorar por todo,
soy poco prudente,
y a veces,
a veces,
hasta me caigo mal.

Durante mis veintitantos años,
jamás tuve problema con eso,
nunca fui de quedarme en un mismo sitio,
y así mismo con las personas,
eso,
lo hacía todo más fácil.

Pero me ha encantado
el olor a coco,
y a brisa de mar,
el celeste del cielo,
ese
que carga en la mirada.

Y no he querido irme.

Desde ahí,
todo en picada.

Mi falta de experiencia en relaciones,
empezó a cobrar factura.

Tú no te enamoraste de mi soledad,
y qué putada,
porque yo me encariñé con tu compañía.

¿Cómo creer que estarías
cuando hay días
en los que ni yo puedo estar para mí?

Ese día,
con todas tus cosas empacadas,
me tiraste un beso
y susurraste: "Ojalá algún día estés lista"

Y ojalá.

A veces tu relación más tóxica,
eres tú misma.

Pensé que el hecho de que nos quisiéramos,
era suficiente,
obvié que para eso,
hay un amor,
que siempre,
debería ir primero.

Y estoy aprendiendo.

Es decir,
hoy un chico me ha dicho que soy guapa,
y yo le he respondido
que tiene un muy buen gusto.

Bueno,
por algo se tiene que empezar.

Entendí,
que no necesitaba que me quisieras,
cuando yo no supiera hacerlo,
sino que debía aprenderme amar,
por mi cuenta,
cuando ni tú, ni nadie supiera cómo.

Sigo viendo lo mismo en el espejo,
pero he dejado
de fingir que no me importa,
a cambio de eso,
he empezado a sonreír un montón,
y puta madre,
que me veo guapísima.

Eres inteligente,
leal y amable.

Fuerte,
valiente
y tienes un carácter que da miedo

Eres capaz,
de todo.

Repítelo hasta que lo creas.

Porque lo eres.

martes, 6 de noviembre de 2018

Rodrigo.


Estudiante de economía,
trabajo en consultorías,
viste de terno,
toca la guitarra,
y adora a Óscar Wilde.

Tres de miopía,
hablado pausado,
y amante al jazz.

Le rehuye al alcohol por unas cuantas malas experiencias,
a los veinte dejó el tabaco,
hincha del Real,
y de la fórmula 1.

No le gusta el box,
ni el heavy metal,
adora verme bailar,
y lee absolutamente todo lo que escribo.

Odia la poesía,
pero no me lo dice.

En nuestro primer encuentro
le mostré el dedo del medio,
en el segundo derramé vino sin querer en su chaqueta,
en el tercero lo hice a propósito,
en el cuarto me pilló llorando,
en el quinto,
vio como un chico diferente al del día viernes
me llevaba a su departamento.

No sé que ha visto en mi,
ojalá pudiera verlo yo.

En nuestro sexto tropiezo,
el de la suerte,
le dije:
que si quería seguir viéndome así,
tendría que aunque sea invitarme a una cerveza,
y no lo hizo.

A cambio,
encontré entre servilletas,
un poema mal escrito de Benedetti.

¿Quién se ha creído?
-pensé-

El amor de tu vida
-dijo una vez-

Y cuando sostuvo mis manos temblando,
mientras el doctor daba su veredicto final,
juro,
que se lo creí.


sábado, 3 de noviembre de 2018

Ángela.


Me mira con miedo,
y  está puesta esa camisa roja que tanto le gusta.

Pide ayuda,
todo el tiempo;
cuando lleva días sin llegar a casa,
cuando en su habitación guarda botellas de ron vacías,
cuando besa mas de tres bocas en un día,
y no le cuenta a nadie que hace ya varias semanas
no ha podido ducharse sin que le duelan los huesos.

Y cuando se maquilla le tiembla la mano,
por Dios que sólo tiene 23,
que ¿qué pasó?
si hace meses era la reina de la pista.

Y los exámenes siguen sin arrojar nada,
que mamá ya no tiene dinero para más,
que necesita otro trabajo para pagar tanta cuenta.

Los somníferos ya no ayudan,
y hay días en los que el dolor es insoportable.

Pero los exámenes siguen sin arrojar nada,
y mamá ya no tiene dinero.

Sigue yendo aquel bar los viernes,
a la misma hora,
en el mismo asiento de la barra.

Nunca falta,
como si perdiera puntos de asistencia de ser así.

"Te perdiste la clase de Literatura Inglesa"
-le dije aquella vez-
ella sorprendida volteó la mirada,
haciendo esa cara tan suya
como cuando intenta recordar algo.

Por supuesto que no sabía quién era,
si yo curso economía,
y por eso se me va tan mal esto de las letras.

Pero ella me ha dicho que para escribir no se necesitaba mucho,
así que lo he intentado.

Y es que cómo no tratar de hacerle mil poemas
a esa señorita de caminar apurado,
de la de mil pañuelos,
la de las converse de siempre.

Cómo no intentar darle vida
a esa cabellera tan singular,
que baila a medida de su caminar.

Cómo no le voy a decir,
que no está loca,
que le creo,
que me duele en el alma
saber que ha pasado a segunda escena,
porque ya no puede bailar como antes,
que ahora prefiere escribir en su laptop,
porque sostener un esfero le resulta una tarea suicida.

Que yo le creo;
pero los exámenes siguen sin arrojar nada.