Me mira con miedo,
y está puesta esa camisa roja que tanto le gusta.
Pide ayuda,
todo el tiempo;
cuando lleva días sin llegar a casa,
cuando en su habitación guarda botellas de ron vacías,
cuando besa mas de tres bocas en un día,
y no le cuenta a nadie que hace ya varias semanas
no ha podido ducharse sin que le duelan los huesos.
Y cuando se maquilla le tiembla la mano,
por Dios que sólo tiene 23,
que ¿qué pasó?
si hace meses era la reina de la pista.
Y los exámenes siguen sin arrojar nada,
que mamá ya no tiene dinero para más,
que necesita otro trabajo para pagar tanta cuenta.
Los somníferos ya no ayudan,
y hay días en los que el dolor es insoportable.
Pero los exámenes siguen sin arrojar nada,
y mamá ya no tiene dinero.
Sigue yendo aquel bar los viernes,
a la misma hora,
en el mismo asiento de la barra.
Nunca falta,
como si perdiera puntos de asistencia de ser así.
"Te perdiste la clase de Literatura Inglesa"
-le dije aquella vez-
ella sorprendida volteó la mirada,
haciendo esa cara tan suya
como cuando intenta recordar algo.
Por supuesto que no sabía quién era,
si yo curso economía,
y por eso se me va tan mal esto de las letras.
Pero ella me ha dicho que para escribir no se necesitaba mucho,
así que lo he intentado.
Y es que cómo no tratar de hacerle mil poemas
a esa señorita de caminar apurado,
de la de mil pañuelos,
la de las converse de siempre.
Cómo no intentar darle vida
a esa cabellera tan singular,
que baila a medida de su caminar.
Cómo no le voy a decir,
que no está loca,
que le creo,
que me duele en el alma
saber que ha pasado a segunda escena,
porque ya no puede bailar como antes,
que ahora prefiere escribir en su laptop,
porque sostener un esfero le resulta una tarea suicida.
Que yo le creo;
pero los exámenes siguen sin arrojar nada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario