No te diré que vuelvas,
tampoco quiero que lo hagas;
el tiempo pasa,
las cosas cambian,
y el corazón se agota.
Pero hoy,
el reloj marcó las 11:11,
pasó una estrella fugaz,
y una pestaña cayó ante mis pies.
Te he pedido.
Es que a nadie le queda tan bien una voz desafinada,
unos brazos tan torpes,
una sonrisa tan preciosa.
Te he buscado,
¡vaya que lo he hecho!
en otros brazos,
en otras bocas,
en otras conversaciones,
en otras miradas.
Pero para mi mala suerte,
no hay otro como tú.
Tranquilo,
no te asustes,
sé como vivir sin ti,
es mas,
hay veces que se me da tan bien,
que hasta soy feliz,
muy feliz.
Pero es que llevo tanto tiempo queriéndote,
que ya no me imagino
no hacerlo,
por eso estoy aquí,
queriéndote de todas formas.
Cierra los ojos,
y pídeme.
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