jueves, 25 de mayo de 2017

Cobarde.


Amante al amor ajeno,
me dijiste una vez.

Que sí,
que me emociono mucho con los libros,
que no puedo vivir sin películas románticas,
y que soy una loca enamorada del amor.

Cuando no se trata de mí.

Aún no entiendo cómo logro hablar tan bien del amor,
si mis historias han sido más cortas,
que las fábulas que solía contarme mamá de niña,
y ya,
un par besos,
varias cervezas encima,
y al otro día finjamos que aquí,
no ha pasado nada.

No es que nunca he querido,
no,
lo he hecho,
pero en reacciones soy muy lenta,
y siempre tiendo a huir,
¿por qué?
no me lo preguntes
que ni yo lo entiendo.

Darme cuenta que he tomado la decisión incorrecta
cuando he salido corriendo
a tomar el primer autobús que me aleje de él,
regresar,
y darme cuenta que él también se ha marchado.

No lo culpo.

Ahora no.

Es decir ¿cómo luchar por mi?
si siempre soy yo la que apuesta
a que me van a perder.

En una de las tantas borracheras,
como el mejor ejemplo de mujer despechada,
me dediqué a quejarme de mi vida amorosa,
sin ningún intento de ser sutil,
Gabriela gritó que todo eso,
había sido mi culpa.

Cobarde
-me dijo esa vez-
porque te gusta lo sencillo,
porque estás esperando que alguien luche
y forme parte de tu hermosa
historia de ensueños,
pero tú no te atreves a ni siquiera
abrirle la puerta.

"Criticas al amor a distancia
porque tú nunca te atreverías a tener uno,
a los chicos con mala fama,
ni los regresas a ver,
porque estás segura que no cumplirán con tus expectativas,
a todo aquel que tenga un pasado difícil de cargar,
lo descartas de inmediato."

"Y te autodenominas romántica empedernida,
y suspiras,
y lloras,
y te enamoras cientos de veces;
pero cuando se trata de dar la cara por alguien,
agachas la mirada,
y te escondes en los mismos libros de siempre,
porque así eres"

Y aunque me sentí ofendida,
era cierto,
todo aquello,
era muy cierto.

Me preocupa pensar
que el escudo de autodefensa
que yo misma he construido
no se derrumbe jamás,
que pierda tantas tantísimas oportunidades
por este absurdo miedo
a que me lastimen.

No lo sé.

Una vez me dijeron que la persona indicada,
te va a perseguir hasta en la China si es necesario;
pienso
que la persona correcta
me va a quitar todas las ganas de correr,
porque en sus brazos encontraré lo que no podré tener
en ningún lugar del mundo.

Tal vez,
quizás,
Gabriela sí tenga razón,
que esta vez,
me toca a mí
sacarte a bailar.

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