martes, 23 de mayo de 2017

Es mi turno.


Esta vez me toca a mi.

Creo que es hora de equivocarme,
pero estrellarme de verdad,
contra un muro si es necesario.

Durante mucho tiempo,
tuve tanto miedo,
cerré las puertas tantas veces,
que como recuerdos
me quedaron,
mis típicos:
"que hubiera pasado si..."

Las dudas me asaltan
en los momentos menos esperados,
la soledad
a veces me atormenta
solo para recordarme
que hay veces
que el marcador estuvo a mi favor,
pero no aposté.
así que perdí.

No sé por qué tengo tanto miedo,
a mi,
nunca antes me han herido,
no es que tenga cicatrices sin sanar,
o que haya crecido en una familia disfuncional
y por eso se me de tan bien
eso de desconfiar.

No,
yo siempre lo tuve todo,
y tal vez ese sea el problema.

Me han querido,
me han querido bien;
tengo mi recámara llena de regalos,
una lista de reproducción
en donde Adele encabeza la lista,
con todas esas canciones que alguna vez me dedicaron.

No me arrepiento de nada,
cada persona que llegó a mi vida,
me dejó algo,
y también se llevó una parte,
y eso no es que esté mal.

Pero he crecido,
o tal vez mi corazón
ya se está cansando de tanto desperdicio,
ya no quiere volver a fallar.

Ya no busco quien me quiera,
sino alguien a quien valga la pena querer,
alguien que me haga buscarlo con la mirada,
que me deje en la nada,
cada que se vaya.

Ya no quiero tocar el corazón de nadie,
sino alguien que por fin despierte el mío.

Quiero alguien a quien escribirle,
a quien imprimirle cada una de mis letras,
alguien que se sienta afortunado
por el hecho de que yo lo quiera,
porque no encontrará en el mundo
alguien que lo haga a mi manera.

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