lunes, 28 de diciembre de 2020

Oportunidades.

 



Hace días me preguntaron:
si hoy,
él tocara tu puerta
¿lo dejarías entrar?

Él no lo va a hacer.

Esa no fue mi pregunta
-me replicó-

El tiempo pasó y la vida siguió sin él,
crecí,
cambié;
llegué a lo que sigue después de tocar fondo,
y salí.

Me sentí tan sola,
que solo de rememorar aquellos días,
me pongo a temblar.

No puedo,
no puedo permitirme seguir pensando que un día,
las cosas puedan ser diferentes,
no puedo esperarlo,
ya no;
porque lo hice;
por mucho tiempo,
y él,
nunca llegó.

El tiempo pasó,
la vida siguió;
y él siguió con ella;
estoy segura que me quiso como a nadie;
pero el verbo se conjuga en pasado
y no puedo hacer nada para cambiar eso.

Lo quiero,
y a veces siento que voy quererlo toda la vida,
pero eso,
que no quiero quererlo más.

Entonces,
la respuesta es sí
¿cierto?
le abrirías la puerta.
-dijo-

Y mostrando una mueca de fastidio 
porque es increíble lo mucho que me conoce:
todas las veces que él tocara
-respondí-

domingo, 20 de diciembre de 2020

2020.



Llega esta fecha,
y como todos los años hago una retrospectiva de estos 365 días,
y a diferencia de fechas pasadas,
estoy en paz.

Siento que por primera vez en mucho tiempo,
no hay cuentas pendientes,
capítulos inacabados,
he colocado punto final a todo,
y estoy lista para iniciar una historia nueva.

He aprendido tanto en este 2020,
que no puedo esperar para oportunidades nuevas,
ya sé cómo hacerlo esta vez.

En el futuro miraré al pasado y señalaré estos meses
como los que me dieron la oportunidad para conocerme,
para trazar mi camino,
para saber de lo que soy capaz,
y de lo alto que puedo llegar a volar.

Estoy tan orgullosa de mí,
y ahora he aprendido a decírmelo todos los días,
me he perdonado,
por fin.

A partir de ahora, sé lo que no estoy dispuesta a negociar.

Hoy he caminado a casa,
sola,
como siempre
he dejado los zapatos en la puerta 
y al entrar ha olido a hogar,
y he sonreído.

He agradecido a Dios,
por todas sus bendiciones,
él no se cansa de ser bueno conmigo,
he llorado como una pequeña
porque me sabe a milagro tener a todos los míos en la trinchera,
luchando.

Me he asomado por la ventana,
llueve,
y me ha parecido increíble,
el mundo se está limpiando,
y yo también.

Aún no puedo creer que haya tenido que pasar una pandemia,
para aprender a recoger las mil oportunidades que daba a personas que no lo merecían,
para darme una,
a mi.

He aprendido que hogar
es cualquier lugar en donde huele a café,
hay tres libros,
y suena música a todo volumen.

Hogar es donde a mi se me apetece bailar.

La vida me brindó doce meses para aprender a quererme,
a sanarme.
a saber que puedo sola,
pero que siempre va a ser mejor de a cinco.

En un año donde casi todos han perdido algo,
yo he ganado,
y he ganado mucho,
no tengo ni la menor idea de cómo empezar agradecer a Dios por eso.

No soy ejemplo de optimismo,
ni nada que se le parezca; 
este año ha sido duro para todos,
pero esta vez he decidido ver el rayito de sol
que se asoma en mi ventana,
en lugar de la tormenta que sacude toda la casa.

No voy a rememorar los días de miedo,
las noches en las que pasé llorando
arrodillada pidiendo otra oportunidad.

Voy a recordar todos los días después a eso,
todas las risas que vinieron con los reencuentros,
toda la paz y esperanza en una prueba negativa,
la arena metiéndose en mis pies después de siete meses 
de no estar en mi lugar favorito.

Recordaré el abrazo de papá después de cinco meses,
las lágrimas de mamá en un centro comercial después de 180 días,
recordaré el sabor a pipa helada,
el primer atardecer en la playa,
cada mensaje de: "yo sé que puedes, tu siempre puedes"

Recordaré a mi tía Margarita diciendo:
"aquí no se llora, aquí se lucha"
porque no dejé de llorar,
pero tampoco de luchar,
y siempre recordaré eso de este año.

Este año tuve a mi familia más cerca que nunca
e irónicamente nos hemos visto poco,
jamás he estado sola,
ni un sólo día,
Él me acuna,
me cuida,
y me mima.

Este 2020 no me ha hecho más valiente,
o más fuerte;
siempre lo he sido
pero hacía falta que por fin,
me lo creyera.

Y a pesar que estoy eternamente agradecida con este año,
creo que ya va siendo hora de que acabe.

domingo, 13 de diciembre de 2020

¿Y si?



 ¿Y si hubiera contestado esa llamada a las dos de la madrugada?
¿hubieras dicho que me amas?

¿Y si hubiera cogido aquel avión a las cuatro de la tarde,
tocaría tu puerta,
estuviéramos juntos, todavía?

¿Y si aquella noche, antes de aquella conversación que acabaría con todo,
te hubiera dicho que quería que empezáramos de cero,
dirías que si?

¿Y si estos tres años, hubieran sido solo el inicio de una vida juntos?

¿Y si esta noche no te hubiera encontrado de casualidad,
de la mano con otra;
habríamos llegado juntos, verdad?

Ha pasado tanto tiempo,
y mi vida ha cambiado un montón,
soy feliz
¿sabes?

Pero es domingo diez de la noche,
y los fantasmas parecen despertar a esta hora,
y me es imposible no preguntarme:
¿y si?

¿Sería diferente?

Tú y yo ¿juntos?

Y al acabar la noche,
regresaríamos a casa,
a nuestra casa.

¿Y si?

domingo, 29 de noviembre de 2020

A veces.

Ha pasado tanto tiempo,
que a veces aún me sorprende los días en los que te pienso.

Se me hace tan extraño hablar de ti en pasado,
como si fueras una persona que conocía
y de repente ya no,
te has vuelto un desconocido.

A veces suena una canción,
paso por aquella cafetería,
y es como si estuvieras esperando por mí,
con un cigarrillo en la mano.

Aún no puedo creer
que siga extrañándote,
que sigas siendo la primera persona a la que quisiera contarle
que todo va mal,
o bien,
o que podría ir mejor.

A veces me pregunto si llegará el día en el que te haya olvidado del todo.

A veces sigo pensando que podría funcionar,
tu y yo;
de nuevo
y me sacude la realidad que no,
que el tiempo pasa,
y que el amor también se acaba.

A veces me gusta pensar que tú también me echas de menos,
que sigues leyendo mis poemas,
y te buscas entre mis letras,
que quisieras escribirme
pero cuando estás a punto de hacerlo,
te acobardas
y piensas que todo está mejor así.

Porque es lo que yo hago a veces.

A veces.


viernes, 27 de noviembre de 2020

Conversaciones pendientes.

 Era un martes de diciembre,
el cielo estaba gris,
y sabía que si no me apresuraba,
me pillaría la lluvia fuera de casa.

Entré a aquella cafetería
y te vi,
con aquel abrigo azul marino,
llevabas bufanda,
y tu mano sostenía un cigarrillo.

"Hay cosas que nunca cambian"
-pensé-

Al mirarme sonreíste,
y me invitaste a tomar asiento.

Los dos estábamos incómodos,
entonces decidí hacer la pregunta
por la que estábamos ahí,
viéndonos después de dos años.

Mañana te casas ¿nervioso?

Un poco,
es decir, no tengo idea de nada
pero no creo que algo pueda salir mal
-respondiste-

Entonces invadió un silencio sepulcral,
y todo mi mundo empezó a dar vueltas,
solo quería salir corriendo,
y me pareció una completa estupidez,
porque fui yo, la que nos citó aquella tarde.

Pero observándote, sintiéndote como un extraño
ya no entiendo ni el por qué de todo esto.

¿Por qué ella?
-se me escapó-
después de lo que parecía haber sido dos horas.
¿Por qué ella, o por qué no tú?
-respondiste-
hice una mueca haciéndote entender que no me apetecía responder aquella pregunta,
tú pareciste entender por lo que te apresuraste a decir:
"no lo sé, es fácil;
con ella todo parece caminar,
hablar del futuro,
tomar decisiones,
todo parece fácil,
como si hacerlo juntos fuera lo correcto"

Yo no supe qué decir,
y tenía unas inmensas ganas de llorar,
todo parecía innecesario,
pero necesitaba escucharlo,
para poder seguir,
necesitaba que me lo dijeras.

"Te quiero,
y creo que te voy a querer toda la vida; 
fuiste ese amor que solo se siente una vez,
ese amor desgastante,
poderoso,
que te hace creer que eres capaz de todo;
pero lastimosamente no es así"
-me miraste como pidiéndome permiso para poder continuar-
y yo solo atiné a hacer un gesto con la cabeza
y seguiste.

"Sé que estás aquí por respuestas,
porque yo hace meses seguía cuestionándome todo,
¿cómo un amor tan grande puede un día acabar?
y no acaba,
pero deja de funcionar,
y eso es lo que nos pasó;
contigo yo siempre me sentí un espectador,
alguien ajeno a tu mundo,
yo miraba,
mientras tu volabas,
jamás me sentí parte de algo,
eras tú el centro de todo;
y con el tiempo entendí que eso no era suficiente,
al menos no para mí"
-soltaste esto de manera tan rápida,
que apenas tuve el valor de replicar nada-

Me empecé a marear,
y no le encontré sentido a estar un segundo más ahí;
te dije:
"te deseo una vida llena de felicidad"
cogí mis cosas y me fui corriendo.

Pude escuchar que gritaste mi nombre, 
pero yo ya estaba en un taxi de camino a casa.

Al llegar al departamento se me antojaba el doble de grande,
y todo parecía lastimar un poco más,
y lo viví,
sentí el dolor como nunca antes,
me permití sentirme culpable,
y te culpé a ti también.

Y me dolió,
y me quedé sin aire de tanto llorar;
sabía que ese sería el último día en el que te dejaría entrar de esa manera.

Y entonces,
antes de dormir,
te dejé ir.

Al día siguiente
recibí un mensaje:
ya te habías casado.


miércoles, 11 de noviembre de 2020

Deseo.

 

He dejado alumbrado el camino a casa,
he dejado piedritas por si ya no recuerdas cómo volver.

Por si vuelves he dejado doblada tu camisa azul que olvidaste aquella tarde,
como si días después volverías por ella.

Me niego pensar que te he perdido.

Si un día vuelves,
preparo la cena, 
no me duermo a las nueve,
y pongo a Ed Sheeran sonando en la sala.

No quiero creer que esta vez te has ido.
que escribiré un libro contando cómo fue que perdí al amor de mi vida,
que ahora solo me quedan algunos acordes de guitarra,
y que he olvidado cómo suena tu voz.

Si regresas,
y lo haces hoy,
estamos de suerte,
es 11/11.

No te pido explicación,
no cuento horas,
no tacho días;
vuelve cuando quieras,
cuando estés listo.

Trata de volver hoy,
es día de suerte 
¿sabes?

Son las 11:11
de un 11/11;
pide un deseo.

Deseo,
que vuelvas.

lunes, 26 de octubre de 2020

¿Qué le dirías hoy?

 Me han preguntado por ti,
como siempre.

Y entre copa y copa hemos recordado años pasados,
que el primer amor a los quince,
la primera borrachera a los dieciséis,
recuerdos que se me antojan de otra vida.

Y me contaron de ti,
de tu vida,
que tienes un nuevo amor,
que adoptaste un perro,
y te mudaste de departamento.

Y entre copa y copa hablamos de mi vida,
de como todo parece tener sentido ahora,
de mi viaje a Madrid,
de mis entrevistas de trabajo,
de que por fin, siento que mis sueños los toco con las manos.

Me dijeron que ibas en serio con ella,
que hablaban de hijos,
de viajes juntos,
que te veían feliz.

Y entre copa y copa les conté que la vida es mejor de uno,
que no quería compartirla con nadie,
que me acostumbré a dormir sola,
a tomar vino,
a bailar en la sala,
que ya no me hacías falta.

¿Y si se casa?
¿no te importaría?

Pues me emborracharía unos tres días seguidos,
y después seguiría,
adelante,
como siempre
-respondí-

Y al día siguiente,
cuando la cabeza pesa,
y solo te queda la mala noche de ayer,
pensé en ti,
y en la última pregunta de la noche.

Y cuál es la respuesta correcta a semejante tontería:
¿Qué le dirías hoy, al amor de tu vida,
si se casa mañana,
con el amor de su vida?


miércoles, 21 de octubre de 2020

Eres tú, aún

 Necesito vivir
-te dije-
aquel agosto
de hace tres años.

Necesitaba volar,
crecer,
saber cómo era la vida
sin tu mano sosteniendo a la mía.

Y funcionó.

Me encontré,
riéndome un martes en la tarde,
escuchando música y leyendo poesía.

Me hallé.
consiguiendo trabajo,
estudiando,
pagando mis deudas,
aprendiendo idiomas,
planeando viajes,
yendo a conciertos que prometimos ir juntos.

Me di todas las oportunidades,
que alguna vez le di al resto.

Y funcionó.

Navegué en otros cuerpos,
reí en otras bocas,
me aprendí otras muecas,
otras manías.

Fui feliz.
Mucho.

Y ha pasado mucho tiempo.

Pero hoy, 
mientras recogía mis libros,
se ha caído aquella carta que escribiste para mi
y de título decía:
"para el amor de mi vida"

Y te vi,
nos vi, 
bailando a la salida de un restaurante,
tomando cerveza en el carro,
yendo a la playa escuchando mi canción favorita,
nos vi en la primera fila de un concierto,
en las madrugadas estudiando,
en mi primera entrevista de trabajo y que tú estuvieras afuera esperando.

Te vi,
nos vi.

Sigues siendo tú,
aún,

Y aunque ya no sea yo,
para mi,
siempre serás tú.

miércoles, 14 de octubre de 2020

Quiero culparte

Quiero culparte,
quiero decirte que todo lo hiciste mal,
que no me quisiste lo suficiente,
que faltaron detalles,
conciertos,
viajes,
que no fue el momento.

Quiero culparte,
quiero recitarte los nombres
de todas las que vinieron después de mi,
mientras yo me quede en ti,
ahí,
atorada.

Quiero culparte,
porque después de ti,
nadie.

Quiero culparte,
a ti,
y a tus canciones,
y a tus malos chistes,
y a tu perfume mezclado con tabaco,
a tu afición por el ron,
a tu guitarra,
a tu camisa azul.

Quiero culparte,
a ti y a estos 50 meses sin ti.

Quiero culparte,
porque gracias a ti,
no he podido olvidarte,
porque aún resuena la canción que bailamos en el patio trasero,
aún están todos los planes,
todos los boletos de ida
y ni uno de regreso.

Quiero culparte,
de todo lo que hiciste bien,
y de lo que hice mal.

Pero no es tu culpa,
es mía,
por esperarte,
por aún pensarte,
por creer que algún día de octubre,
dirás que aún lees todo lo que escribo,
que aún te sabes de memoria todos mis poemas,
 que he sido yo tu escritora favorita de todos los tiempos,
y en una servilleta arrugada escribirías:
"feliz día, cariño"

jueves, 8 de octubre de 2020

Un día.

Hoy pido un día, 
uno solo.

De esos en los que estás rodeada de todos los que quieres,
tomando cerveza, 
contando anécdotas,
viendo un lindo atardecer.

Hoy pido un día,
uno solo.

De esos en lo que hay solo luz,
y se refleja un arcoíris precioso,
de esos en los que sientes que la tormenta ya pasó.

Quiero volver a ser feliz,
volver a cantar,
volver a escribir.

Quiero sentir que los días malos han quedado atrás.
y que ha valido la pena llorar,
porque ahora solo queda reír.

Quiero que la casa vuelva a estar llena de música,
de juegos,
y risas por doquier.

Pido un día,
uno solo.

De esos en los que descansas,
en lo que te llenas de energía,
para poder seguir luchando,
seguir peleando,
seguir venciendo.

Quiero despertar y pensar que he llegado,
que por fin todo ha pasado.

Pido un día,
uno solo,
bandera blanca,
hoy me rindo,
pero solo hoy.

sábado, 3 de octubre de 2020

Falta.

 He vuelto a casa y te he encontrado.

En el bar de nuestra primera cita,
en el atardecer de nuestro primer beso,
en el semáforo en rojo cuando hablábamos de un futuro juntos.

He vuelto a casa y todas las calles llevan tu apellido.
 
Es más fácil ¿sabes?
haber empezado en una ciudad nueva
donde ningún lugar se haya inundado
nunca de tu risa.

Pero vuelvo a casa,
y hasta parece que vuelvo a escucharte,
a ti y a tu guitarra.

Si supieras que este año ha sido el que más lágrimas me ha hecho derramar,
tal vez estuvieras a lado mío
enseñándome a caminar de nuevo,
tal vez todo pesara menos contigo.

Pero no estás y el mundo se me cae,
y quiero rendirme,
y deseo tanto un día en el que pueda
darme el lujo de perder,
pero se que no puedo.

Y no estás.

Y todo es más difícil así.

Ojalá no la estés pasando mal,
ojalá en tu vida esté encendido el sol,
ojalá estés cumpliendo tus sueños,
ojalá me estés echando de menos.

Ojalá lo tengas absolutamente todo,
y aún así te esté faltando yo.

Porque a mi me haces falta,
muchísima falta.


lunes, 28 de septiembre de 2020

Pequeños triunfos.

Música a todo volumen,
comida por doquier,
amigas bailando en la sala,
hermanos viendo una película.

Siempre gente,
siempre ruido,
siempre alguien.

Nunca yo.

Y de repente un día,
silencio eterno.

Todo se calló.

No más música,
no más vino,
no más baile.

Nunca creí que me molestaba tanto mi compañía,
cuando tuve que lidiar solo con ella,
con mi cabeza que no cesa todo el día,
con pensamientos sin sentido,
con preocupaciones que me asaltaban a las dos de la mañana
y parecían no querer irse.

No creí que la soledad fuera un problema
hasta que me encontré tachando en el calendario los días para que alguien volviera,
y la espera se hizo eterna.

Y nunca nadie vino.

Era hora de pelear sola,
de levantarse todos los días con la convicción
de que hoy será mejor.

Entonces todo empezó a caerse,
malas noticias,
muertes cada mañana,

Mamá sollozando por el teléfono,
"todo va a ir bien, eh"
ya vas a ver que sí.

Y no ha ido bien.

Pero aún estamos de pie,
y eso ya es un pequeño triunfo.

He llegado tan lejos, 
que a veces miro el camino empedrado que me llegó hasta aquí,
y no tengo idea como lo he hecho.

Eres más fuerte de lo que creía,
me dice la Ale de doce.

Ella baila mientras mi mundo se cae a pedazos.

Y lo volverás hacer,
te levantarás como siempre lo haces,
pelearas en primera fila,
y esta vez te proclamarás vencedora.

Te mereces el mundo entero Alejandra Ayala,
y yo te lo voy a dar.

viernes, 18 de septiembre de 2020

¿Cómo se ve el amor?





El amor es estar manejando hacia la playa, 
encender la radio y que esté sonando tu canción favorita.

Es esos días en los que te duele el estómago de reírte tanto.

Es que te pregunten por la felicidad,
y tu la tengas en la puerta esperándote cada noche al llegar.

Es cada cerveza fría,
cada café caliente,
es estar en tu lado de la cama e inmediatamente buscar los pies de la otra persona.

Es el color rojo del cielo,
el azul del mar,
el camino a casa.
Son las estrellas titilando en un cielo cubierto de una luna preciosa.

Es la copa de vino,
es la noche de viernes escuchando Belerofón,
es Pablo Alborán,
Vicente García,
Drexler
sonando de fondo.

El amor son los ojos de mamá,
el abrazo de papá,
es retrasar la alarma cinco minutos para un último beso.

Es cambiar a la derecha,
y a la izquierda,
es ir en zig zag,
es un frenazo de sopetón.

Son los besos en un semáforo en rojo,
las risas nerviosas
las miradas cómplices.

Es que todo tenga sentido sin ti,
pero que todo marcha un poquito mejor cuando estás tú de copiloto.

Es Benedetti escrito en servilletas,
es el telón abajo y los millones de aplausos
después de haber visto una obra preciosa.

Es el concierto de tu cantante favorito,
las borracheras a las tres de la mañana con tus mejores amigas
riéndose de vidas pasadas.

Son esos días en los que no hay fotos,
publicaciones en instagram
comentarios en perfiles,
es cuando estás muy ocupada siendo feliz
como para tener tiempo de revisar tu celular.

Es cuando pasa el tiempo y solo puedes pensar:
"ojalá se quede siempre"
y que se quede siempre.

Es que uno sea uno,
pero que siempre sea mejor de a dos.

sábado, 5 de septiembre de 2020

18.

 


Con tantas deudas que pagar,

trabajo que  cumplir,

responsabilidades que acabar,

en cómo siento que la vida me pesa tanto, últimamente.


El vino ya no soluciona nada,

la cama sigue gigante,

y esta casa tan grande.


Y cuando todo se me hace imposible,

pienso en mis dieciocho,

y en lo fácil que era todo.


En los bailes de salón,

en los besos sabor a ron,

en todas mis primeras veces,


En los miles de viajes por hacer,

en los 101 planes por cumplir,

en que el mundo estaba a nuestros pies,

y nosotros decidimos hacerlo bailar.


Todo era sencillo,

tocábamos la luna con solo estirar los brazos.


Y cuando pienso en mis dieciocho,

apareces tu:

cantando "she will be loved"

diciéndome que era tu princesa of only eighteen.


Que podría ser tu groupie,

tu fan número uno,

que conoceríamos Europsa 

que cantarías en bares, en estadios,

que ganarías un Grammy,

y que a lado mío y de tu guitarra la vida parecía tener sentido.


Pienso en todas las veces que veíamos nuestro futuro juntos,

una casita en el campo,

tres perros,

"vamos a tener una librería,

tú serás la escritora estrella, con tres best sellers"

-decías-

y yo te imaginaba a ti,

con tu guitarra en mano,

cantando para el público,


Y los años pasarían,

y tu mano y la mía

bailarían juntas a través del tiempo..


Pero la vida pasó y tu no pasaste con ella.


Ahora todo lo veo difuso,

no más Madrid,

no más auroras boreales,

no más planes de comerme el mundo,

no más libros en estanterías.


Y aunque no tengo idea,

dónde podría estar en cinco años,

me gusta creer, 

que sea donde sea,

vas a estar tú,

esperándome.


Con tu guitarra en mano,

diciendo que condujiste por horas,

y horas,

para terminar en mi puerta.


Que sigo siendo tu princesa of only eighteen.


Quiero creer que a pesar de los años,

de los sueños sin cumplir,

eres tú,

seguirás siendo tú.

viernes, 7 de agosto de 2020

Kilómetro 0.



Siempre estuve acostumbrada a la velocidad,

marcha en 5,

120 km por hora,

el viento despeinando mi cabello.


Trabajo de diez horas,

clases,

libros por leer,

mil y un responsabilidades.


Vino los sábados,

amores de domingo,

compromisos familiares.


Todo muy deprisa,

todo.


Rutina inquebrantable,

horarios estrictos,

agendas,

post it por doquier.


Café,

mucho café.


Mi vida iba siempre rápido,

no tenía tiempo para un respiro,

para un día de descanso,

admirar el cielo azul,

estar enamorada de la vida,

de nuevo.


Y entonces apareces y te conviertes en mi punto de descanso,

en mi hombro para tomar una siesta,

en la noche de navidad,

cuando las luces se apagan y te sientas en el sofá a tomar chocolate caliente,

mi fogata en medio del invierno.


Todo va más despacio.


Entonces entiendo que para avanzar,

también se necesita descansar,

bajar la velocidad,

apreciar el paisaje.


Ahora eres tú a quien admiro en cada viaje.


Mi punto de partida,

mi kilómetro cero.

domingo, 2 de agosto de 2020

Alguien más grande que nosotros.

Hoy he visto la luna por la ventana,
y no paré de admirarla,
estaba tan gigante,
tan brillante, 
tan perfecta.

Y en lo que pensé de camino a casa,
era en lo maravilloso que es Dios.

He llegado a mi cuarto
y seguía maravillándome
de lo hermosa que se veía.

Y he pensado en Dios,
nuevamente.

Y de rodillas,
y con la carita empapada de lágrimas le he dado las gracias.

Hace cinco meses 
ni en mis sueños más locos
me creí capaz de lo que hasta el día de hoy,
he logrado.

Jamás me he sentido tan asustada,
como lo estuve hace algunas semanas,
nunca he anhelado tanto algo como lo que en oraciones le pedía cada uno de los días.

Él me ha escuchado,
me ha abrigado el corazón.

Nunca pensé que tenía que pasar todo lo que ha ocurrido
en estos cinco meses
para darme cuenta lo mimada que soy ante sus ojos.

Hoy he sentido la vida,
he respirado el aire más puro,
he visto los paisajes más preciosos,
y he sentido el amor como nunca antes.

Creo en la luna,
en la belleza de los atardeceres,
en cómo todo ser vivo está aquí por y para algo.

Y por eso,
no me importa lo que los demás piensen,
mientras yo siga abriendo los ojos cada mañana,
siga sintiendo cómo mis pulmones se llenan de aire,
vea de cerca cada una de sus creaciones,
me mantenga con el corazón latiendo de emoción por cada belleza de mi alrededor.

Mientras yo viva,
seguiré rezándole todos los días antes de dormir.

martes, 14 de julio de 2020

Si hoy.


He escuchado una nueva canción de Sadness ¿sabes?
se llama "cuando todo esta bien"
y se dibujó tu rostro cuando sonó.

Como suele pasar cuando escucho una canción de amor.
Y de lo mal que salió.

Y aunque siempre he dicho que no me arrepiento de nada,
porque arrepentirse es perder el tiempo,
y bueno,
yo no pierdo el tiempo.

Si me arrepiento de algo.

De ti.

Del tiempo.

De que no hubo suficiente tiempo de ti.

Si pudiera cambiar algo;
no te conocería hace cinco años,
ni en esa fiesta,
ni de la misma forma.

Te conocería hoy,
o un año después,
celebrando mi ascenso,
con una copa de vino en la mano.

Con un camino trazado,
con mil planes por cumplir,
y con la idea de que me acompañaras siempre.

No con 19 años,
oliendo a cerveza,
atascada en una vida que no me gustaba.

No con las mil inseguridades rondando en mi cabeza,
no con 1200 km separando nuestras puertas.

Nuestra primera cita sería en un café ¿sabes?
o escuchando un recital
o tal vez en un concierto,
y luego no me besarías porque todo era demasiado perfecto
como para arruinarlo de esa forma.

Y así empezaría.

Y lo sabríamos.

Los dos habíamos llegado a puerto seguro.

Si hoy sería el día en el que te conozca,
me pondría ese vestido negro que sé que te gusta,
y ebria recitaría ese poema que con el tiempo se volvió nuestro.

Si hoy sería el día en el que te conozca,
ya registraría tu número como: "el amor de mi vida"

Pero no es hoy.

Siempre será esa noche de viernes
con 19 años,
cantando una canción que ya ni recuerdo.

Y aunque lo hicimos mal.

Me quedaré en esa noche siempre.

En ese amor de verano.

Cuando todo estaba bien.

miércoles, 1 de julio de 2020

Cuenta regresiva

1,
2,
3,
4,
5.

Bien Ale, respira; una vez más,
de mayor a menor.

5,
4,
3,
2,
1.

Bien, respira otra vez, agita las manos,
relaja los hombros.

Tranquila,
ya ves,
estás bien.

Las manos temblando,
los minutos corren lento,
empiezas a tener problemas al respirar,
te falta el aire,
eres consciente de todo,
tic tac
tic tac
10 segundos más,
lágrimas,
muchas,
y las manos no pueden dejar de moverse,
tic tac
tic tac
20 segundos más,
respira,
trata de respirar.

Y después,
después te duele el cuerpo,
pasas dos días en automático,
solo quieres dormir,
y llorar,
y dormir.

Y como por arte de magia un día estás bien,
o eso crees,
pero terminas agotada,
tan
tan cansada.

Estás tan rota,
que no tienes idea desde qué parte armarte,
perdiste tu punto de partida,
ya ni te reconoces,
entonces finges,
pretendes que todo está mejor.

Después de todo,
una mentira contada tantas veces,
se vuelve verdad
¿cierto?
o eso es lo que dicen.

5,
4,
3,
2,
1.

Vas a estar bien,
los vas a estar.

Debes esforzarte,
un poco más.

sábado, 27 de junio de 2020

¿Te irías en paz?


Hoy me preguntaron: y si hoy fuera el fin del mundo
¿te irías en paz?
y yo respondí que sí.

De vuelta a casa,
no pude evitar darle mil vueltas a aquella pregunta,
porque bueno,
eso es lo que suelo hacer con todo.

Y he rememorado todo lo aprendido en estos años.

Y si en realidad eso es suficiente para pensar que lo he vivido todo.

Y he pensado,
lo he hecho mucho.

He recordado haber visto el amor más puro e incondicional
en los ojos de mi padre,
cuando se quedó conmigo cuidando mi brazo roto.

He conocido el miedo más atroz cuando una noche de rodillas
con lágrimas en los ojos
le pedía a Dios que no le pasara nada a mamá.

Me ha azotado la realidad cuando un sábado cualquiera antes de una fiesta,
a mis país lo azotó un terremoto y
me encontré dándolo todo por personas que no tenían nada.

He pasado de ser una niña mimada,
a una adulta con trabajo,
con deudas que pagar,
en una casa sola,
en medio de una pandemia
¿se imaginan?
porque a veces a mí,
me cuesta creerlo.

Y cuando volví a preguntarme si hoy se acabaría el mundo
¿me iría en paz?
también recordé todas mis relaciones fallidas,
mi amor de quinceañera,
mi primer beso,
y las noches en las que me escapaba de casa,
en cómo ese amor de primeriza me quebró entera al irse con alguien más,
en los amores de verano,
en esas sonrisas compartidas en medio de una fiesta,
cuando tienes un secreto con alguien y no puedes dejar de mirarlo,
en todas las veces que prefirieron otra risa por no elegir la mía,
en todas las noches en las que pensé:
si estaba haciendo algo mal;
y pensé en ti,
porque pensar en el amor,
es pensar en ti.

Y pensé en poesía,
en música,
en playa y cervezas,
en el sabor a sal,
pensé en las noches en las que dormíamos abrazados y tú susurrabas
cuentos sin sentido para que pudiera dormir,

Pensé en los viajes a Grecia,
a Madrid
que quedaron pendientes;
ese concierto de Coldplay,
y que me enseñaras a tocar la guitarra;
pensé en que por primera vez
puedo decir que no lo hicimos mal,
que cuidamos y alimentamos ese amor hasta donde pudimos,
que lo soltamos a tiempo,
antes que un día;
sin darnos cuenta ya no pudiéramos mirarnos a los ojos,
aún puedo sonreír cuando te veo,
y doy gracias a la vida,
por eso.

Me hace falta,
eso,
de amar a alguien la mitad de lo que te ame a ti,
de volver a bailar Ed Sheeran en el patio
de tener alguien que me caliente los pies,
que la casa vuelva a oler a café en las mañanas,
que haya vino todas las noches.

Que esté ahí cuando el mundo me pesa.

Me falta mirar,
mirar a alguien como se observa al mar por primera vez,
escuchar a alguien
como se escucha tu canción favorita en la radio,
amar,
con todo el alma.

Me falta eso,
perder la cabeza por alguien que no seas tú.

Así que no,
el mundo no se puede acabar aún.

jueves, 25 de junio de 2020

I will try to fix you.

Estaba enamorada,
lo estaba.

Lo supe aquella noche cuando tu antes de colgar preguntaste:
si tenía algo que contarte,
y yo pensé: no nada interesante, solo creo que te amo.

Te amaba,
lo hacía.

Aún no estoy segura de muchas cosas,
a mi el amor,
no se me da bien;
aún no entiendo por qué un día eras el centro de todo,
y al otro,
de repente,
me costaba sostenerte,
sostenernos.

Y te solté,
pero quien se cayó,
y se dañó,
fui yo.

Te amaba,
con todo el alma.

Lo sé ahora,
porque solo la idea de querer a alguien la mitad de lo que te quise,
me asusta,
y me asusta un montón.

La cabeza seguía dándome vueltas:
por qué, cuándo, cómo;
¿volverás?
¿lo harás?

Y hace meses juro
que si tocabas la puerta,
te hubiera abierto,
de par en par,
destaparía el corcho de mi vino favorito,
y te recitaría nuestro poema de amor.

Estarías aquí,
ocupando esta casa que ahora es tan inmensa,
y prepararíamos el desayuno juntos,
y seríamos como una pareja de recién casados en esta cuarentena.

Serías mi eterna luna de miel.

Tú.

Lo entiendes;
un día,
de la nada,
como si de repente la puerta se cerrara de golpe,
y temblara toda la casa.

Te sacudiera completa y te dieras cuenta,
que para querer,
hace falta dos personas,
que no tiene sentido que yo te espere,
cuando fuiste tú,
el que un día empacó todo,
y se llevó mi luna entre sus cosas.

No tiene sentido esperarte,
porque sigo enamorada de risas de hace un año,
de promesas que caducaron,
de camisas que ya no huelen a ti.

Entonces decido acostarme,
y ver cómo todo lo que construimos un día,
se desmorona,
se cae,
y se hace trizas,
y suena: Fix you,
me susurro:
que me voy arreglar,
a repararme desde cero,
total,
no será la primera vez.

Me estoy quedando preciosa.

Y tú eres el responsable.

Gracias.



sábado, 20 de junio de 2020

Tómalo o déjalo.


Podría decirte que voy a necesitarte toda la vida,
podría escribirte mensajes todos los días,
ir por ti a la salida del trabajo.

Podría comprarte aquel encendedor que mueres por tener,
para alimentar tu absurdo vicio de fumar.

Podría decirte que sí a todos los planes que tienes,
a todos los viajes,
a todas las fiestas.

Podría escribirte poemas de lunes a viernes,
decirte que sin ti,
mi mundo deja de girar.

Podría decirte que la vida es más bonita desde que estás,
que ahora todo tiene sentido,
y que el sol por fin alumbra mi ventana.

Pero  la verdad es que yo ya bailaba antes que llegarás tú a la pista.

Yo ya vivía,
ya sonreía,
ya escribía.

Yo ya era yo,
antes de ti.

Mi vida ya tenía un rumbo,
ya tenía sonrisas,
canciones,
soles,
lunas
y miles de estrellas,
sin ti.

No contesto llamadas,
ni mensajes,
no me gusta la palabrería,
ni los aniversarios.

A mi dime que pasas por mi,
y nos vamos a conquistar el mundo,
te juro que yo encantada llevo las cervezas.

No me gustan los quizás,
ni los tal vez,
háblame de lo que quieres,
de tus certezas,
de tus planes a futuro,
dime que me ves ahí.

A mi el romance no se me da,
pero te juro que si vienes esta noche
te hago un rinconcito en mi cama,
y en mi vida.

Tal vez,
lo podríamos negociar.

Tómalo,
o déjalo.

viernes, 12 de junio de 2020

Chiquitita.

Hoy me siento chiquitita,
como una nena de cinco años
a la que su mamá esta viendo a unos metros de distancia
pero ella se siente perdida.

Hoy tengo ganas de llorar abrazada a papá,
y no está,
y lo echo tanto de menos.

Últimamente siento que todo sale mal.

Quiero dejar de hacerme la valiente,
de fingir ser fuerte,
cuando solo quiero caerme,
 acostarme en el suelo,
ver todo desde abajo y descansar un rato.

Mi mundo pesa demasiado.

Eso no significa que me estoy rindiendo ¿verdad?

Quiero que el mundo pare de girar,
estoy mareada.

No consigo sostenerme sin que mis piernas tiemblen,
y levantarme de la cama a veces significa un esfuerzo sobrehumano,
quiero bajar los brazos,
y no puedo.

Quiero que esta noche,
después de tres meses de no tener a nadie,
venga alguien y me abrace por la espalda,
me caliente los pies,
y me diga: que soy muy fuerte,
que llorar también es de valientes.

Quiero dejar de sentirme tan rota,
aunque sea un sábado por la noche,
con un vino en mano,
y estar orgullosa de lo que he conseguido todo este tiempo.

Pero siento que no puedo,
que no.

viernes, 5 de junio de 2020

911.


Tu número en marcador rápido,
en miles de notas,
en la hoja al final de mi libro favorito,
rayado a lado de nuestro poema,
con un corazón al inicio.

Cuando te fuiste,
y en serio lo hiciste,
intenté borrar todo aquello que podía atarme a ti.

Lo conseguí,
fotos,
poemarios,
cartas,
aquella camisa azul que te dejaste un día en casa,
aquel encendedor que creíste perder en mi cumpleaños 23.

Todo,
se fue.

Excepto tu número,
aquel terminado en dos.

No pude.

Lo intenté.

En serio.

Pero es que me aterraba la idea de perderte del todo,
de que un día,
el mundo se me cayera a pedazos,
y al tocar tu puerta,
no seas tú,
el que me abra.

Suena egoísta,
pero es que no imagino la vida sin ti.

Que un día te vayas,
y no pueda seguir tu camino.

A veces siento que siempre voy a necesitarte,
y que cargues conmigo el mundo
que últimamente se me antoja tan pesado.

Y lo siento,
en serio lo siento,
si aquel viernes en el que te llevaste todo
pensabas nunca más volver.

Y entendería que así fuera.

Pero si después de cinco años,
te llamara
y te dijera que he encontrado al amor de mi vida,
que he dejado el café
y que he comprado el poemario número 100 de mi colección
¿contestarías?
¿te alegrarías por mi?
porque yo lo haría,
sin duda.

Quiero verte siempre feliz.

Y si fuera conmigo,
te juro que no me molestaría.

Eres mi llamada de emergencia,
lo fuiste desde el primer día que cruzaste mi puerta tocando la guitarra,
y lo sigues siendo ahora,
ahora que llevo dos años sin saber de ti.

Aún quiero que un día cualquiera
puedas recordar mi número,
y sin necesidad de ninguna introducción
respondas:
eres tú,
siempre has sido tú.

jueves, 28 de mayo de 2020

Independencia, eso dicen.


Alarma a las seis de la mañana,
mensaje de mi jefe,
mucho trabajo.

Cocinar,
pagar deudas,
la tesis,
trabajo
y más trabajo.

Insomnio,
cervezas en la nevera,
cama sola,
noches eternas.

Había creído que siempre iba a necesitar un hombro
que me sostuviera,
alguien que cargara conmigo el mundo
que parecía aplastarme.

Creía que los poemas tenían más sentido
cuando escribía acerca de alguien,
de encuentros fortuitos,
o de aquella vez que solo necesitamos una guitarra
para hacer de mi sala,
todo un concierto.

Creí que siempre es mejor de a dos.

Ahora me encuentro en una casa en donde mi única compañía
es aquella canción que dejaste sonando
la última vez que volviste,
tu carta sin acabar,
y tu olor por el armario.

Tus 101 poemarios,
tu reloj dañado,
y el olor a cigarrillo,

Hoy me ha dado ganas de gritar,
de no pararme de la cama,
y he pensado en ti,
como siempre.

Tu número sigue en marcador rápido,
mi llamada de emergencia,
mi túnel de salida.

Sé que puedo sola,
lo sé,
pero te quiero,
aquí,
conmigo.

martes, 26 de mayo de 2020

Juventud.


Te conocí a los dieciséis,
en época de deberes,
libros,
amigos.

En medio de risas,
de mariposas en el estómago,
de peleas con los padres,
de las primeras borracheras,
y escapadas de viernes.

Te conocí cuando la vida era fácil,
cuando todo iba a mi ritmo,
cuando no sabía a dónde quería ir,
pero eso no me importaba,
porque estabas tú,
sosteniendo mi mano.

Te conocí con uniforme de colegio,
en medio de risas tímidas,
de planes infantiles,
cuando el mundo bailaba en mi ombligo,
y todo parecía caber en la palma de mi mano.

Fue fácil ¿sabes?
enamorarme de ti,
creer que esto duraría para siempre.


Y no fue así.

Un jueves cualquiera,
la vida empezó andar más rápido y yo no alcancé a seguirte,
y tampoco lo intenté la verdad.

Fue extraño ¿sabes?
la forma en la que nos dijimos adiós,
un día nos amábamos como a nadie
y al otro,
de repente,
nos convertíamos en adultos.

En adultos,
que seguían caminos diferentes.

Entonces te veo,
ocho años después.
con otra voz,
usando expresiones nuevas,
riéndote de la manera en la que te recordaba.

Resulta que eres doctor,
amante al rock,
y que fumas media cajetilla diaria.

Entonces te veo,
y soy aquella niña de nuevo,
que disfruta verte reír,
que lee Harry Potter,
y que baila al son de las manecillas del reloj.

Entonces me ves,
y te veo con dieciséis años,
agarrando mi mano,
prometiéndome que llegaríamos así,
a viejos.

*Me gustaría haberte conocido después
-me dices-
no tan jóvenes,
no tan ingenuos.
*Y si hubiera sido así ¿te quedarías?
¿serías el amor de mi vida?
-te digo-
*Sabes que sí,
sería un placer.
-me respondes.

domingo, 17 de mayo de 2020

Me gustas en azul.


Soy adicta al control.

Lo soy.

Siempre tengo una agenda a la mano,
cuatro esferos de colores,
centenares de post its,
alarmas,
horarios precisos.

Tengo miles de planes,
todos con fechas,
con tiempos específicos.

Soy muy intensa con la vida,
siempre le exijo más de lo que puede darme.

Mis sentimientos,
siempre a flor de piel,
no puedo a medias,
nunca.

Cuando me gusta una canción puedo escucharla cien veces
en un día,
y la mañana siguiente detestarla con todo mi ser.

Lloro con libros,
con cartas,
con ver a mi mamá tomando café.

Para mí vivir,
implica sentir,
sentirlo todo,
el amanecer y ver los primeros rayitos de sol,
contemplar la luna por horas,
respirar y que el aire huela a jazmín.

Ver a alguien y que eso te transporte a tu concierto favorito,
a tu canción predilecta sonando en la radio,
a la cerveza del domingo.

Por eso siempre ando de puntillas.

Porque siento,
y lo hago demasiado.

Por eso lo que no pueda ajustarse a mis días de la semana,
a mis ocho horas laborables,
todo aquello que yo no pueda controlar,
lo desecho.

Antes que eso acabe conmigo antes.

Pero me he encontrado con un post it pegado al respaldar de mi cama,
con tu nombre dibujado,
y creo que puedo pintar corazones en mi agenda,
señalando tu fecha de cumpleaños.

Que si no tengo tiempo,
le invento veintiséis horas al día,
para cenar contigo.

Me dijiste un día:
"me gustas en azul"
y supe que te referías a mi camisa.

Pero yo solo imaginé;
que me quisieras siempre en azul,
en gris,
y en negro también.

Cuando todo va mal,
que me quieras ahí también.

Cuando no puedo con mi ansiedad,
con mi estrés,
cuando la vida se me antoja gigante.

Que me quisieras ahí también,
sobretodo ahí.

miércoles, 13 de mayo de 2020

En un universo paralelo


El mundo hace ruido otra vez,
las noticias de la tarde se han convertido en una pesadilla.

Hoy he ido al trabajo, y había tráfico,
de nuevo.

La vida se ha vuelto rara ¿sabes?
a veces siento que los días se me esfuman,
y otros,
en donde las horas parecen años.

A veces el estrés me pasa factura,
el insomnio vuelve,
y las pesadillas con la vida de mis padres,
aparecen en cartelera principal.

A veces la vida se me antoja complicada.

Y es ahí cuando vuelvo a casa.

Al hogar donde habitan tus sonrisas,
a los lunes en pijama,
trabajando desde la computadora,
contestando llamadas,
comida a domicilio,
y haciéndole trampas al tiempo,
en donde trabajo y también te observo.

Qué bonito es mirarte.

El encierro se me hace el paraíso cuando voy a la cama,
y estás tú,
calentándome los pies,
abrigándome el alma,
leyéndome poemas para dormir,
cantándole a mis monstruos.

Estás tú,
calmando mis ideas,
bailando con mis problemas,
y la vida se pausa un ratito.

En un universo paralelo,
yo estuviera escribiéndote esto en vivo y en directo,
pidiéndole a la vida que me regale cuarenta días más contigo.

En un universo paralelo,
estuvieras aquí,
haciéndome feliz.

jueves, 30 de abril de 2020

Te echo de menos-



Nunca me ha hecho tanta falta alguien,
como hoy.

Te echo de menos.

Al principio pensé que era la necesidad de compañía,
el insomnio ha vuelto,
las noticias malas vuelan,
y no estás.

Estoy sola.

Creí que el encierro estaba empezando a pasarme factura,
que estaba cansada,
y que el estrés volvía apoderarse de mí.

Qué equivocada estaba.

Me encontré con esa carta,
con aquella que escribiste a mano,
en la que tachabas un corazón,
y decías que me ibas amar por siempre.

Lo supe.

Te extrañaba.

Y lo hago en cosas muy simples,
en los desayunos con olor a café,
en las reuniones de cerveza y cantar a todo pulmón,
en los paseos en el carro
sonando Drexler.

Extraño tus manos en mi cabello,
tu perfume,
y tu camisa azul.

Extraño tus muecas,
y la imagen de ti,
mandando mil correos,
que contestes las llamadas del trabajo,
que te excuses que estás ocupado,
otro día será.
les decías.

Y te extraño.

La cama caliente,
los pies fríos,
tus manos con las mías.

Los mil y un planes tachados en el calendario.

En otra vida será,
y los borré.

Si estás leyendo esto,
y espero que sí,
que sepas que es para ti.

Que te echo de menos.

domingo, 19 de abril de 2020

Domingos.


Los domingos vuelvo al calor de hogar,
al sabor de la sal impregnada en mi piel,
al bronceado de más,
a las tristezas de menos.

A su gente bailando salsa en cada esquina,
a la comida de otro mundo,
a los mojitos viendo al sol esconderse,
a los gritos de los niños,
a las olas rompiéndose unas con otras,
sanándonos desde adentro.

Los domingos yo vuelvo a mi amor de la niñez,
a los escondites de adolescencia,
a mi primera borrachera escondida de mis padres,
bailando frente a la playa.

Vuelvo a mis tardes de volleyball,
a mis libros esperando en el mueble,
a mis cds de colección empolvados,
a mi mamá bailando una canción de Whitney Houston.

Vuelvo a los vinos,
al olor a marisco,
a los días manejando a la playa con la música a todo lo que da,
con mi hermana de copiloto.

Vuelvo a los secretos de mi mejor amiga,
a las travesuras con Renata,
a las despedidas de niña,
a los arrumacos de papá.

Los domingos yo regreso a la brisa de mar,
a los balcones tomando cerveza,
a los atardeceres,
al cabello de arena.

Mañana hay trabajo,
pero hoy,
hoy yo regreso a casa.

domingo, 29 de marzo de 2020

Palabras favoritas.


Me han preguntado por mis palabras favoritas,
y yo no dude al decir:
luna,
dientes de león,
margaritas.

Siempre he creído que las tres están asociadas
a los deseos,
y a mi me encanta pedir deseos.

Soy una niña chiquita recolectando pestañas,
persiguiendo estrellas fugaces,
cualquier cosa que me de la mínima esperanza,
que un día así de la nada,
amaneceré viendo tu rostro.

Porque hay mañanas bonitas,
ya sabes,
el olor a café inundando el comedor,
toda la familia riendo,
música a todo volumen,
un domingo en compañía.

Pero todo es mejor,
cuando cualquier día,
inicia con tu sonrisa.

No me importa desperdiciar mil deseos,
si en el 1001,
apareces tú.

No sé,
 sigues siendo la persona en la que pienso antes de dormir,
con la que anhelo al despertar.

Y no sé.

Ojalá no desearte.

Ojalá un día entienda que no eres el amor de mi vida,
pero sí la persona de mis sueños,
y que te quedes solo en ellos.

Ojalá.

No lo sé.

Últimamente no se muchas cosas.

En fin.

Me han vuelto a preguntar sobre mis palabras favoritas,
y ya no estoy muy segura,
pero que llevan las seis letras de tu nombre,
las lleva.

domingo, 22 de marzo de 2020

Heroína.

Siempre había alardeado de mi independencia.

La niña capaz de todo.

La que le sacaba la lengua a los problemas,
la que lloraba un jueves noche,
y se iba a bailar un viernes con una copa de vino en la mano.

La imparable.

La de mil armaduras.

A la que si le rompían el corazón,
se sacudía las partes que sobraban y se paraba de nuevo.

Nunca me he considerado fuerte,
pero si luchadora,
porque no recuerdo una vez que me haya caído y no lo haya intentado.

Pero una vez más,
la vida se me ha reído en la cara,
para demostrarle lo que soy capaz.

Jamás pensé que la cura a todos los males,
se encontraba en el abrazo de mamá,
abrazo que hoy no tengo,
y así estoy.

La cosa que lidiar conmigo,
ha sido mucho más difícil que pelear con mil monstruos,
y es ahí donde está el problema.

Cuando te acostumbras tanto a las personas,
a reír por compromiso,
a decir que sí,
cuando mueres de ganas por decir que no.

Es cuando te vas perdiendo,
de a poco.

Y ahora toca verme todos los días,
aguantar mis pensamientos,
poner música a todo volumen
y ponerme a bailar
porque así lo quiero,
porque a veces lo necesito.

Al final de todo esto me convertiré en mi propia heroína.

Sé que después de la tormenta,
encontraré una Ale de la cual esté completamente orgullosa,
porque me ha demostrado que estaba equivocada,
que sí que era fuerte.

Además los arcoiris se ven preciosos,
cuando nacen de mi sonrisa.

lunes, 9 de marzo de 2020

Ella y él.

La niña de las 101 alarmas,
una agenda,
tres esferos,
post it por doquier.

Trabajo a medio tiempo,
universidad,
clases de francés los sábados.

Coleccionadora de poemarios,
amante al vino,
y a las películas clásicas.

Una controladora.

Él,
el fumador compulsivo,
el músico frustrado,
el guitarrista de los bares.

El de mirada penetrante,
el de sonrisa encantadora,
el de las malas palabras,
y gestos bruscos.

Él,
el de las chaquetas oscuras,
el de la mirada perdida,
y sin planes a futuro.

Varias veces se había preguntado,
qué era lo que hacía con su vida,
a dónde iba a parar,
si sus noches de viernes seguían durando siete días.

Tenía miedo.

Necesitaba un rumbo.

Y entonces lo encontró,
lo halló en una niña de lentes,
metro setenta,
y sonrisa tímida.

Lo encontró en su poesía,
y su forma de cantar,
en la manera que hablaba de los libros,
de la música y
de historia.

Ella necesitaba que la alocaran un poco,
algo de velocidad,
algo que la hiciera apagar sus alarmas,
y fugarse un día de clases,
y él,
que lo calmaran,
necesitaba un día de vacaciones,
en la playa,
sonando Carlos Sadness.

En fin,
se necesitaban,
y se necesitarían toda la vida.

miércoles, 26 de febrero de 2020

Querida Alejandra.

Querida Alejandra de 16
Soy yo, la Ale de 23 , te escribía para decirte que estoy muy feliz por ti, orgullosa; sobretodo orgullosa.
Quiero contarte que ya no me encierro en el baño a llorar, que ya no me siento horrible cuando me veo en el espejo, que ahora me gusta mi sonrisa, y me río un montón.
Que ya no me compro ropa que disimule mi peso, y que estoy muy feliz de ser menos delgada, que ahora leo por diversión y no porque lo necesite, que encontré la poesía y ahora me siento un poquito más parte del mundo.
Que ya no me juzgo, que puedo hablar con desconocidos sin ponerme tan nerviosa, que ahora frecuento lugares nuevos y me fascina.
Ahora hablo de mis problemas, y le cuento mis inseguridades a mis hermanos, y ya no me avergüenzo de ellas.
Tengo carácter Ale ¿te imaginas? ya no agacho la cabeza, y cuando algo no me gusta, lo digo; no me callo, ahora opino y grito un montón, creo que es porque pase callada mucho tiempo.
Ya no me hago daño, Ale; sobretodo ya no me hago daño.

Querida Alejandra de 18.
Soy yo, la Ale de 23; mami está mejor; sé que todo esto es muy nuevo para ti, pero ella va a estar bien, y tú también lo estarás.
Debiste haberlo hablado más.
Debiste haber escuchado más a Paúl y a Gaby.
Debiste haber estado más.
Pero mami no te lo reprocha, deja de castigarte tú.
Las cosas están de maravilla.
Disfruta más de la Universidad, el tiempo vuela; créeme.
Las cosas van a estar bien.
Ya no llores.
Anda más a la playa, luego no tendrás tiempo.
Disfruta de las olas, cuéntale tus secretos.
Cúrate, límpiate; pídete perdón.
Abraza a papá, él lo necesita.
Tienes a mucha gente que te ama, deja de creer que no.
Soy más positiva Ale ¿te imaginas?
Ahora soy más optimista.

Querida Alejandra, de 20.
Soy yo, la Ale de 23, a mi vida, ya no entran personas que me hacen daño.
Toditas las deseché.
Ale, permitiste que te hicieran mucho daño.
Te dejaron rota y tú no hiciste nada al respecto, solo te quedaste a recoger los pedazos,
mientras estos te seguían cortando;
y eso, eso no está bien.
Pero lo aprenderás, con el tiempo lo aprenderás.
Ale, mereces más que personas a medias, que un cariño a medias, que un "te quiero, pero mañana no sé"
porque tú sí sabes.
Deja de decir; "sé que no soy bonita, pero..."
porque sí lo eres.
Ale, eres preciosa.
Deja de medir tu valor en base a las opiniones de los demás,
de si eres del agrado de uno que otro tarado.
Porque no es eso lo que mereces.
No lo mereces, deja de creer que sí.

Querida Alejandra, de 22.
Soy yo, la Ale de 23.
¿Te duele mucho el corazón verdad?
Deja de llorar pequeña, deja de esconderte en los rincones del trabajo, no te hieras más; por favor.
Vas a estar bien.
Muchísimo mejor.
Te reconstruirás de cero, y serás una obra de arte preciosa.
Siempre lo has sido.
Vas aprender un montón.
Sobretodo que eres capaz de todo, de todo y más.
Que tú has tenido el poder desde siempre, solo que no lo has querido ver.
Solo hace falta de que quieras sanar, y sanar en serio; y solo así un día despertarás y tendrás arcoiris por doquier, la lluvia habrá pasado.

Hola Ale de 23.
Te pido disculpas, te pido perdón chiquita; por haberte herido tanto, por haber dejado que te desangraras, pensando que sanarías sola.
Lamento haberte dejado olvidada.
Lo siento tanto.
No lo merecías, no merecías todo el daño que te causé.
Que te causé por mis miedos, por mi falta de cariño, por no abrazarte cuando lo necesitabas,
por no decirte que estabas preciosa cuando lo estabas, por compararte siempre con las demás, por no creer que eras suficiente cuando siempre fuiste más que eso, más que "solo suficiente"
Te amo Ale, y lo siento tanto.

martes, 25 de febrero de 2020

Arcoiris


Ha llovido todos los días estando en casa,
y hoy,
mientras papá manejaba,
vi cómo un arcoiris se formaba entre los árboles.

Era precioso.

Ahí entendí que
las lluvias,
las tormentas,
también crean cosas bonitas.

Y he pensado en todo el año que he llevado a cuestas,
que después de tanto daño,
de tantas noches llorando,
un día voy a poder salir de la cama,
admirar el hermoso arcoiris que he formado.

Cuando te rompes,
y te rompen,
y te destruyes,
y te destruyen;
no hay marcha atrás,
siempre las personas se llevan una parte tuya con ellos,
a veces las partes bonitas,
y es ahí,
cuando duele.

Pero también puedes crear cosas preciosas
a partir del daño,
cosas muchísimo mejores después de eso.

Aún sigo lloviendo.
aún hay días en los que me descubro sintiéndome chiquita,
que mis sueños,
que mis planes,
me quedan enormes.

Pero también estoy convencida que el tiempo
arregla y repara,
y un día me encontraré siendo un verano precioso,
donde nacen arcoiris.

Donde les pides deseos
y flotan dientes de león,
me encontraré siendo feliz,
cosa que he olvidado con el tiempo.

lunes, 17 de febrero de 2020

Se llamaba.


Se llamaba Ingrid,
Fátima,
Marta,
Lorena,
incluso una se llamaba como yo,
Alejandra.

Se llamaba,
ya no.

Tal vez también le gustaban los libros,
o tomar vino con sus amigas,
tal vez le gustaba reírse un domingo en pijama,
tal vez estaba a punto de graduarse,
como yo.

Tal vez creía que sí,
que era el amor de su vida,
que la iba a querer cien años más.

Tal vez no.

Tal vez tenía miedo.

Tal vez salía del trabajo,
de la universidad,
y cogió un taxi para llegar pronto a casa,
y abrazar a mamá.

Tal vez llevaba encima unas cervezas,
una falda corta,
y una amiga esperando por ella en el departamento.

Y ella igual,
no lo estaba pidiendo,
no lo imploraba,
no lo quería.

Tenía siete años,
Dios,
me dan ganas de llorar,
porque tenía solo siete años.

Tenía dieciséis,
tal vez no se ha enamorado aún,
tal vez quería ser doctora,
o abogada,
tal vez.

Me falta el aire,
se me forma un nudo en la garganta,
porque hoy,
ya no están,
las mataron.

Una más,
otra en la estadística.

¿Saben lo horrible que es?
¿Lo saben?

Gabriela tiene clases de portugués en las noches,
miles de sueños,
y una carita preciosa.

¿Saben el miedo que me da,
que pueda ser ella?
que un día no me llegue su ubicación,
las llamadas se desvíen,
y sea ella.

Ella que es tan perfecta.

¿Saben lo mucho que me duele ser mujer,
y tener una hermana,
amigas,
primas,
una madre extraordinaria?

¿Lo saben?

¿Saben el miedo de ver alguna vez su foto,
con el título de:
"desaparecida"?

¿Lo saben?

Si lo saben,
entonces déjennos en paz de una puta vez.